Mensaje del kuraka

Primero de octubre del 2005

[Ciberayllu]
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Aún sin terminar la lenta digestión emocional de la visita a la patria, este editor quiere saludar a los colaboradores de Ciberayllu que se hicieron presentes en el encuentro público de autores en la Casa Museo Mariátegui. Creo que nos hizo falta más tiempo aún para charlar de tantas cosas, particularmente teniendo en cuenta que no son muchas las oportunidades en que se puede juntar un grupo tan variopinto de la literatura y las humanidades. Y también debo saludar a los ausentes y queridos amigos de SUR, muchos de ellos colaboradores tempranos de Ciberayllu, que esa noche de agosto se encontraban ocupados evaluando el futuro de su propio proyecto, tan importante en la vida intelectual de la izquierda peruana de los últimos veinte años.

De los que asistieron, permítanme festejar la vitalidad intelectual de Santiago Risso, que desde el Callao empuja —casi literalmente— múltiples proyectos, como revistas y lecturas de poesía; y el entusiasmo de José Donayre, que salta entre el periodismo, la enseñanza y la literatura; el trabajo incansable y prolijo de Paolo de Lima, poeta y crítico y poeta de nuevo; el buen talante de Gabriel Rimachi, que ofreció un ají de gallina que habrá que dejar para la próxima visita; la buena onda de Miguel Ildefonso, que sigue con su encuesta de literatos. Y por supuesto, apreciamos mucho la afectuosa presencia de Pepe Adolph y Edgardo Rivera, que siguen en la brega después de tantos años. Y hacen todo eso y siguen creando buena literatura, al igual que Frido Martín y Sandro Chiri. De los rumbos de las ciencias sociales, la presencia cordial de Chuck Walker, gringo sacha-cusqueño historiador; el limeñismo inagotable de Alberto Mosquera; la experiencia e ideas históricas y filosóficas de Edgar Montiel; y la sonrisa casi giocondesca de Juanito Gargurevich, tío de todo el mundo que lo ve todo y todo lo recuerda: el primero en llegar.

Gracias a todos y, si hay otra vez (después de todo, ya estamos cerrando el noveno año de Ciberayllu), encontraremos la forma de añadir más tiempo para charlar. A todos, gracias. ¿Y los que no fueron? Pues deben.

(¿Cuándo cumples años, América Latina, que quiero festejarte sin motivo? No querramos que sea en un día de muertos y batallas y de vacuas proclamas, ni tampoco en efemérides de manes y de próceres: festejo tu sonrisa y tu trabajo que encallece las manos mas no el alma; celebro tu elevación a santa de mi propio y absurdo altar. Como yo, habrá mil cófrades únicos del nada secreto vicio de quererte.)


Dada la poca actividad que hubo en estas páginas en agosto, tratamos de ponernos al día en setiembre. Se comenta a continuación las múltiples novedades de los dos últimos meses.

En narración, se incluye una imaginativa historia de la pluma de Daniel Salvo, ambientada en la costa peruana prehispánica, cuando los conquistadores eran los incas, que usaban los quipus para llevar las cuentas de las cosas. De la pluma cruceña de Giovanna Rivero Santa Cruz y la cámara de Kathy Leonard —de Iowa, aquicito nomás— llega un cuento sobre un ómnibus que es un microcosmos de las distancias étnicas en Bolivia y una fotografía que cae al pelo. Y las entregas de narración se completan con dos breves historias de sabor norteamericano y fronterizo, de Miguel Ildefonso, parte de un libro ganador de un importante concurso peruano.

Rocío Silva Santisteban, muy activa entre la literatura, el periodismo, la enseñanza y la vida en todos sus sabores, ofrece dos poemas: una madrugadora y pausada reflexión —en los dos sentidos de la palabreja— sobre el amor amado, con una coda breve sobre lo que queda después. Del murciano Fulgencio Martínez se publica también un par de poemas sobre la vejez y sobre el (re)nacer.


Polémicas, las de antes, parece sugerir el oportuno ensayo de Chrystian Zegarra, que se encontró en Los Ángeles con una carta inédita de Huidobro a Westphalen, que le sirve para revisar el agrio intercambio de acusaciones e insultos que se suscitó entre aquél y César Moro. Y hablando de poesía como dardos, Miguel Rodríguez Liñán descubre en el hospital a Jacques Dupin, hiriente poeta hijo de siquiatras.

De la cultura limense del siglo pasado, Alberto Mosquera Moquillaza rescata el fútbol mágico y genial de esos otros años, cantado por poetas (trabajo que tuvo a bien leer en el encuentro de agosto). El periodista Eduardo Corrales siguió las huellas y entrevistó a Boris Vallejo, pintor e imaginero contemporáneo —quizás el artista plástico peruano con la obra más vista en el mundo— que salió hace cuarenta años y se convirtió en uno de los más grandes autores de la pintura fantástica.

Se incluye también una nota sobre el muy bien editado libro ¿Dónde están nuestros héroes y heroínas? El sentido de la vida heroica en el Perú hoy, acompañado de un muy bien trabajado CD de multimedios, que resume el concurso, los diálogos y la exposición efectuados en homenaje y memoria a la vida de Maruja Martínez, impulsora inicial de Ciberayllu.

Igualmente se incluye una nueva página de reseñas brevísimas sobre algunos libros que han llegado a las manos y los ojos de este editor.

Mucho material, mucha lectura. Y gracias por la paciencia.

Domingo Martínez Castilla, Kuraka editor de Ciberayllu
Escriba al editor: DMartinez@Missouri.edu
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Para citar este documento:
Martínez Castilla, Domingo: «Mensaje del kuraka, octubre 2005», en Ciberayllu [en línea]

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