[Ciberayllu]
28 febrero 2006

Trilogía

Chrystian Zegarra

I. Estado de Sitio

La crueldad del hombre que apedrea gatos
Desde el punto de mira
De su balcón oblicuo,
Hace que la luz de la cuadra
Se disperse en un espectro de gritos de felino;
Mientras los vagabundos,
Y los poetas sin oficio
Ni hospicio,
Ni siquiera reciben
El trazo del golpe,
O el impacto
De la pedrada.
El Asesino de Gatos es sólo una más de las tantas imágenes
Que han invadido la ciudad
—Como las Cruces Negras y los Nichos Anónimos—;
Y se ubica de preferencia en los balcones,
Al límite de la tarde,
Cuando todos se refugian en salones de clausura
Y murallas que resisten el olor a podredumbre
Del afuera.
El Asesino, al igual que el Verdugo, el Asaltante
O el Sicario,
Dispone ahora de un plan maestro de exterminio:
Abre las tuberías y desagües de la ciudad
Para que las ratas huyan libres por esquinas y veredas,
Y tropiecen al más mínimo descuido
Entre las garras de los gatos.
Entonces el hombre apedrea
Gatos,
Vagabundos,
Y poetas.
Para que la demencia no altere la maleza de sus sentidos.
Para que las gentes de los interiores,
Cuando la mañana despunta
Y se cuela otra vez como tenia en el estómago,
Encuentren cadáveres frescos para saciar su hambre
En cada basural de los callejones.

 

II. Interior con Desnudo Mutilado

La mujer se libera de sus ropas
En la curva del sofá,
Ante los ojos
Del poeta-pornógrafo.

Desnuda es un molusco que arrastra la corriente
Entre agujeros de ceniza.
Y el hombre sólo quiere observarla, poseer un cuerpo
Fetichizado
Tras el vidrio.
Cuando la mujer se acuesta, y abre brazos y piernas
En forma de tijera, el poeta desciende
Hacia una realidad que no admite ninguna recompensa,
Ni siquiera el alivio
De un instinto sexual finalmente satisfecho.

Una zanja interminable
Es un instrumento de tortura que castiga
La equidistancia de los cuerpos,
Todo acto masturbatorio entre el objeto
Y la palabra;
Mientras el lenguaje exhibe los huesos triturados,
Sin reservas, 
Por filosofías de tocador.

Al salir de su guarida,
El pornógrafo deja de ser un párpado que ve el mundo
Desde su observatorio clandestino.
Se apresta entonces a hacer el amor
En una cama movediza, que contiene los fragmentos
De una figura desmembrada.
(Toda unidad ha sido demolida
En el tránsito móvil-temporal
Que divide la vista de la carne).

El cuerpo-fetiche crece bajo las frases del poema.

 

III. Mantra (Muerte por Miedo)

Miedo. Miedo. Miedo.

Ojos / vacío.
Manos / atadura.
Lengua / cicatriz.
Boca / mordaza.

Miedo. Miedo. Miedo.

OJOS              resplandezcan en este abismo de ceguera.
MANOS          deshagan estos nudos de alambre.
LENGUA        no lamas esta planicie abaleada.
BOCA              esquiva el puñete hacia la aridez del campo.

Miedo. Miedo. Miedo.

 La suma de todos mis miembros
Es igual al traje que descansa en el respaldo de la silla,
Y exhibe sin pudor
Costuras y membranas,
Como una máscara que ilumina un cráneo desde adentro.

Miedo. Miedo. Miedo.

Los órganos vitales se esparcen como vidrio
Bajo aguas sin forma.
(No-luz.
                  No-movimiento.
No-grito).

Y mi cuerpo recompone pedazos de memoria:
Restos de una imagen animal
Que nace sin voz en el barro,
Y se disuelve en una mancha de pólvora y ceniza.

Miedo. Miedo. Miedo.

MATADO POR EL MIEDO.

* * *


© 2006, Chrystian Zegarra
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Para citar este documento:
Zegarra, Chrystian: «Trilogía. Poemas», en Ciberayllu [en línea]

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