[Ciberayllu]
30 setiembre 2006

Lo que queda

Del libro La muerte no es jamás como

Claude Ber

(Traducción de Carlos Henderson)

 

 

A veces a lo que queda lo llamo poema

puesto que el poema no siempre es lo que

queda una vez que

después que

antes que

o no queda nada

lo que queda de recuerdos en el cuerpo y lo que queda de palabras para decir una vez tu entusiasmo por las palabras que se escuchan

—quizá en rebeldía pero es la palabra lo que me queda—

como

aquí cuando escribo sin saber lo que va a quedar o incluso si va a quedar

como

por ejemplo cuando una vez abandonada y desierta —en fin— el nombre

no queda pero

lo que queda de la sustracción

—cuando escribir es sustraer y por esa contracción asir—

es quizá

a veces

lo que queda de la poesía

En cuanto a lo que queda del poema o si de él queda, me suele inquietar como de una palabra de mi muerte sabiendo que las palabras son indiferentes, la palabra y mi muerte. Sobresaltos del cuerpo y de la conciencia me inquietan, nada más. Si no me invade la ira como si me amenazara esa asfixia que  los sistemas provocan con sus ortodoxias y sus anatemas. Sin duda eso es injusto, pero no hay nada que hacer. Yo he preferido a los místicos a los fervientes y el silencio a los dogmas. Y profiero pocas palabras y que inmediatamente tacho hasta que no quede nada o casi nada. Esta laceración que diré y este dolor es lo que queda de mi historia con la filosofía. Algunos fragmentos de los cuadernos de Wittgenstein y la definición spinocista del bien como incremento del ser y del mal como disminución del ser,

                                    es lo que queda

del poema

del poema sobre todo

como intento difícil y prudente de reconciliación

dudo de lo que se dice de y lo que se dice sobre

como intento de usar la palabra

que cesa de

y a esta cesación

a lo que queda una vez que cesa la tiranía de la palabra

le llamo poema

 

De todos modos lo que queda, quiero decir los que quedan

escuchando tu muerte en las palabras

que resta palabra a la palabra

y lo que queda cuando uno es de aquellos que quedan y

uno mismo lo que queda

es de tal suerte nada

ausencia de lengua en esta ausencia que es la lengua

agujero en un agujero

que

las palabras diciendo ese vacío y esta ausencia los colma

como

paletadas de tierra colmando la tumba

y las palabras que quedan abarrotan mi boca

como

la tierra abarrota la tuya

 

Lo que queda de ti

por ejemplo tus pies que se volvieron fríos

que uno no podía hacer entrar en tus zapatos

vuelvo a ver esos zapatos mal puestos

y eso me atormenta

de no haber podido poner tus zapatos mal puestos

como

si tuvieses que caminar

como

si caminaras

pero tus brazos y tus manos estaban calientes y

suaves incluso dos días después

y yo las puse

como

tú lo deseabas

esto es lo que queda en mi memoria

en la cual no queda nada

 

Lo que queda, a veces es demasiado

demasiado mudo y demasiado prolijo para una boca

no es silencio lo que queda es mutismo

y y el cielo recorre el cielo

inmóvil

 

Lo que queda de los muertos

también es el menaje de los muertos

después de la solitaria muerte del padre hice la limpieza

trajes ropa blanca vajilla papeles objetos

uno clasifica arroja da coge ordena

esa limpieza de la muerte la hice en seguida por los muertos familiares más lejanos: igual ropa blanca, trajes e incluso por una muy vieja muerta por sorpresa en pleno mes de julio de una crisis cardiaca y transportada dos días después por los bomberos, la limpieza de los primeros gusanos: grandes gusanos blancos que corrían sobre la baldosa al emplazamiento del cuerpo

e igual  ropa blanca,  vajilla,  muebles, papeles

y ahora la limpieza de lo tuyo

ésta inimaginable

y semejante lo que queda de ti y de toda tu, nuestra...

ropa blanca trajes papeles libros

un año entero ha durado

la limpieza de tu muerte

vaciando bolsa por bolsa

yo también vaciada

bolsa por bolsa

y ahora que haría falta vender la casa donde

han encallado esos restos de muertos y que yo vacío

todo es

como

si fuese necesario que me ocupe del menaje de mi

propia muerte

 

Poemas

también quedan de ti

y triunfante pienso: una vez hecha la limpieza

de los muertos, el poema es lo que queda a aquellos que

quedan

y clasifico fragmentos y vestigios de poemas

dentro de viejas carpetas arrugadas, los tuyos, los míos

releo las borroneadas frases todavía legibles

—es para borrar, verdaderamente borrar toda huella y que no quede nada sino nuestras correcciones  de un espesor negro y es también para que nada quede de lo que escribo directamente en el ordenador, más tachaduras, más huellas, más nada, la muerte lisa, la ilusión de eternidad intacta

en fin nada—

mas aquello que queda, esos restos de textos no consumados

e incluso los realizados, esos residuos yo los reúno

como

recogiendo restos mortuorios

y lo que podría ser conmovedor, las huellas de aquello que somos, o festivos, aquello de esos restos sobre la mesa de los aniversarios o en las sábanas de celebraciones íntimas, todo aquello sombrío con el resto

y lo que queda es la muerte

 

Lo que queda, quiero decir los que quedan

y yo que quedo para el inventario de lo que queda de ti

de nosotros, memoria morral prolífico incluso si

abarrotada de pájaros muertos

queda queda queda tanto como

como desear decir todo lo que queda saliendo de mi boca brazadas de cintas de palomas de liebres de tizones de pañuelos

en cantidad inimaginable

lo que queda de una vida es increíble

en la memoria esta inmensidad

y yo quisiera decir

toda esta inmensidad sustraída

debo decirla toda además no

la muerte convierte en una obscenidad las palabras

lo que queda no pertenece sino a mí que pertenezco

por mi parte a la muerte

y lo que queda de mi vida hoy en día es la muerte

 

Yo escucho a los que quedan

de los cuales formo parte

sin embargo eres tú que quedas hasta la fecha donde terminas

tu vida y sigues siendo definitivamente

cuando yo continúo avanzando hacia la muerte y que me queda por recorrer la distancia desconocida entre tu muerte y la mía

y        tu muerte me hace vivir andando hacia atrás yendo a encontrarte cuando tú sigues siendo donde yo continúo

y        voy hacia la muerte para atrás

y         lo que me queda de vida está entre dos muertos

 

Yo escucho a los que quedan

y no escucho más nada

 

Lo que queda de ti

no puedo imaginarlo

no imaginar tu rostro, tus ojos, tu boca sin carne o tu carne pudriéndose o tus ojos —tus ojos de una mirada intensa e inagotable— con las pupilas reventadas por el gas de la fermentación

yo sé, puedo verlo incluso

pero no entiendo

no entiendo esas palabras

suenan sin sonar

no las comprendo

son palabras escritas con palabras imposibles

 

Entiendo lo que queda en lo que queda y en esa labranza de gusanos que revuelve mis palabras    entiendo

súbitamente versos

como

versos de cadáver

o bien leo despojos y la palabra falta

hasta

no ser más que un despojo sonoro y entiendo piojos o pi o jos o

hasta

que la lengua cae en pedazos

hasta

que no comprenda más lo que hablo

como

en esa dificultad que tengo para decir «tú no estás»

unoestámuertoovivocasaesaúnalgonoestarmásesnoestarmueroesestarmuerto-ynoestarmásvivosímassiestarmuertoesnoestarmásnadaentoncesnoestarmásn-
oquieredecirnadaymásnadanoquieredecirnadaysobretodonoquerery

y así durante horas

y ese zumbido bajo las palabras que las pulverizan

es también tu muerte

 

Pero para ti

muerto estás más solitario que yo aquí con ni siquiera como yo llantos y pesadumbre

con nada

o entonces ¿dónde y con qué tú?

este día de primavera lluviosa a la vera del Bosque de Boulogne con los pájaros y las flores malvas de los tréboles

recuerdas esa diéresis sobre Bïenvenida a Montparnasse que se aisló de la palabra entera

acogiéndonos

y de mis tréboles de cuatro hojas que llamabas hierba para conejos

esos tréboles en envoltura con scotch te los doy

en el caso que se convierta moneda de nuestra alma

como

se desliza entre mis dedos esta pequeña moneda de una felicidad muerta

para ti

a quien no le queda nada estando muerto

incluso sin saber ni sentir nada de la muerte

o entonces pero este entonces es enorme para un tejido de alma raído por la pena

por ti porque sin ojos te ofrezco lo que mis ojos ven bajo la fina lluvia que limpia el horizonte esta casa sobre las alturas del puerto parecida a aquella que habríamos habitado

como

una palabra o un gesto amoroso

como

habríamos mirado juntos ese cielo azul claro del sur sobre la mar gris

y los habríamos encontrado bellos en su presente

sin más

y el aire fresco que hace ligeramente tiritar los hombros

en el olor de los eucaliptos y el yodo

prueba no hay

pero a la piel no le hace falta

ni las nubes en el amarillo del alba

de la mar separada

no queda sino una línea al borde bombeada del cielo

de ti hacia mí

esta línea que va a zozobrar

* * *

Sitio web de la autora: www.claude-ber.org


© 2006, Claude Ber
Escriba a la autora: berclaude@wanadoo.fr
Escriba al traductor: carlos.henderson@wanadoo.fr
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Para citar este documento:
Ber, Claude: «Lo que queda. Poema », en Ciberayllu [en línea]

688/060930