Mensaje del kuraka

Primero de febrero del 2005

[Ciberayllu]
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No sé cuán frecuentes son los intentos de secesión en nuestra América, pero no debieran extrañarnos pues, si bien nuestros países tienen —casi todos— cerca de doscientos años, nuestras naciones no parecen haber acabado de nacer.  No son infrecuentes las rivalidades internas entre capital y provincia, valle y valle, sierra y costa, pueblo y ciudad.

En el Perú, Lima la privilegiada contra el resto del país, o costa contra sierra. En Colombia, la castiza Bogotá frente a la costa atlántica postergada y lejanísima. En Ecuador, Quito contra Guayaquil. Y en Bolivia, el asunto estalló en este enero cuando la caliente Santa Cruz de la Sierra decidió intentar la secesión: cambas contra collas. Independientemente de las fuerzas económicas, históricas y sociales que causan —y, en muchos casos, probablemente justifican— estas persistentes acrimonias, lo que sí queda claro es que, con triste frecuencia, van mucho más allá de las rivalidades «normales» entre ciudades e incluso entre países en otras partes del mundo. Los niveles de centralismo en nuestra América son mucho mayores que en otras partes del mundo, lo que con frecuencia se ha traducido en concentración de la riqueza o, al fallar esto, en la búsqueda de hegemonía cultural y de privilegios políticos.

No llevaría muy lejos arrojar juicios de valor acerca de cada uno de estos casos, particularmente cuando uno se basa en el atrevimiento que da la ignorancia, precisamente porque emitir esos juicios previos —pre-juicios— no hace sino echar leña al fuego sin ofrecer soluciones, si es que éstas existen escondidas en algún manual de gobernabilidad y de buenas costumbres. Modestamente, creo que se impone averiguar —tan objetivamente como nos lo permita la evidencia y nuestros propios prejuicios— si los países de nuestra América son históricamente viables como naciones. ¿Será el mercado el que decida —él solito, dizque ciego— quién se lleva qué porción de la torta? ¿Hay torta?

La urgencia de responder a estas preguntas con la mente y el corazón abiertos se confirma con la casi total ausencia actual de gobiernos «exitosos» en América Latina: sistemáticamente, los gobiernos fallan, no importa si son pro-mercado o anti-mercado; no interesa si los presidentes son indígenas o de primera generación, si son experimentados políticos o improvisados ingenieros: todos parecen fracasar ora en lo económico, ora en lo políticos, frecuentemente en ambos, casi siempre en lo moral.

Febrereando... ¿por que no podremos tener todos un solo carnaval?

(Ves, América Latina, que la secesión va por dentro. Todo sucede cuando menos se lo espera uno, y a eso le llamamos historia, o amor, o brisa inesperada. Y nos abrigamos con el recuerdo de un pasado que no tuvimos o de un futuro que quisiéramos tener; o temblamos de escalofríos sangrientos ante la inminencia de lo desconocido, de lo incomprensible, de ser nosotros.)


En el mes de enero, tres pares de escritos aparecieron en Ciberayllu.

El mes se abrió con un ensayo de Enrique Cortez, en el que se discute el lado lingüístico del enfrentamiento entre incas y españoles en Cajamarca, que en 1533 dio origen a lo que vendría a ser el Perú. Y desde el lado de la literatura, Ericka Ghersi ofrece un avance de un libro que está trabajando sobre la poesía escrita por mujeres en la Lima de principios de los años 90; en esta entrega, analiza principalmente los trabajos de Grecia Cáceres y de Montserrat Álvarez.

Miguel Ildefonsocontinúa su serie de conversaciones con poetas peruanos. Esta vez la que responde es la conocida escritora y periodista peruana Rossella Di Paolo quien, de yapa, regala con tres poemas inéditos acerca de Bartleby, ese personaje extraordinario de Melville.

Desde la ahora agitada Santa Cruz de la Sierra, Giovanna Rivero Santa Cruz nos envía una sabrosa crónica sobre un cubano que, en lugar de la ruta acuática de 140 kilómetros que separa a la isla de los Estados Unidos, prefirió un desvío que lo llevó a la tumba del Che y a Bolivia para tratar, desde ahí, la ansiada visa.

Y en narración, dos pequeña historias. La primera, nuevamente de la imaginación de Giovanna Rivero Santa Cruz, relata el camino de Ahmed hacia un muro, hacia el muro. Y la otra viene de Pablo Krantz, que describe un pequeño inventario de cómo hacerse cargo de las angustias.

Domingo Martínez Castilla, Kuraka editor de Ciberayllu
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Para citar este documento:
Martínez Castilla, Domingo: «Mensaje del kuraka, febrero 2005», en Ciberayllu [en línea]

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