[Ciberayllu]
28 enero 2004

Grupo Neón:
Antología poética

 

(Antología preparada por Leo Zelada y Héctor Ñaupari, publicada en el libro Poesía peruana contemporánea: Neón. Poemas sin límites de velocidad, Lima, Ediciones Lord Byron 2da. edición aumentada, 2003.)

A la memoria de Carlos Oliva y de Juan Vega.


Harold Alva Viale

Piura, 1978. Ha realizado estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Privada Antenor Orrego de Trujillo. Ha publicado los libros de poesía: Firmamento (1996), Morada y Sombras (1998), Antes de Abandonar la Sombra (1999) y Cañaveral: Libro de Tierra (2001). Es director de la revista de creación literaria Triángulo 4 y de El Signo y la Forma.

Los ojos de las estatuas
A modo de Introito

La muerte
esa estaca de vidrio reflejada en mis pupilas
amanece como una ostra
como un cangrejo excluido de las aguas
y nadie pregunta
y nadie invoca las cuerdas del espanto
las cuerdas de esta hora siniestra
la muerte
ese dulce animal de sangre oscura
esta pordiosera de asombros
arrastra las córneas
arrastra las venas como un penitente
las ínsulas que intactas
destrozan con lujuria esta historia sangrienta
la muerte
esa fogata que arde y envenena
estos nervios de puma
de fiera que huye
ha vuelto a llamarme por mi nombre
como una hembra arisca
como una ramera arisca
sin piel
sin guadaña
sin sombra.


Luis Espejo Sotelo

Huánuco, 1966. Médico de profesión. Cursó sus estudios en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Ha publicado el libro de poesía Artax (2001).

La oración de Alejandría

En una noche roja
hace mil años
Alejandría bajo el cielo
Artax desde el templo multicolor
y la corona de Casiopea
fosforescente en la mirada de los Dioses
espuma láctea
que se rompe en la orilla.

Las estrellas tiritan al eco de la oración:

¡Oh anillo de los cielos que adornas
la ciudad perversa!

¡Oh ventanas doradas
que tiñen de púrpura el firmamento!

¡Oh luz del amanecer
que te reflejas en la mirada
del águila sagrada!

¡Oh faro de la oscuridad
que guías al Dios errante!

¡Círculo celeste
en cuyo seno duermen siete mundos!

¡Manantial de fuego
última visión de Herculano!

¡Soma eterno
que eclipsa tierra y luna!

¡Fantasma inútil como la efímera
belleza del ocaso!

Ahora no estoy en tu templo de marfil
y soy puro como la sonrisa del mar.

La danza roja

Juntos ocultándose Artax y Luzbel
en las órbitas de cráneo esfinge

Reflejos de estalactitas flotantes
hieren afiladas nubes

Regresa la legión
decapitando vientos solares

Las visiones nacen
como flores lunares

«Esculpan» dicen los celestes
« En agua y mármol»
« Las señales danzantes
del firmamento»

Injurian las puertas
donde la eternidad es un
manto líquido

¡Que ardan los océanos
y que despierte el escorpión!

Entonces los abismos se multiplicaron
y el rostro de los profetas desapareció

La última danza roja se
funde en el crepúsculo.


Mesías Evangelista Ricci

Lima, 1969. Estudió filosofía en la UNMSM. Es licenciado en Educación por la Universidad Nacional de Educación. Ganador de los Juegos Florales Universitarios de 1991 de la Universidad Nacional de Educación. Actualmente estudia Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Federico Villarreal.

Mi abuelo Bill Burroughs

Dedicada a la Juventud Sánscrita del Silvestre Abuelo

El manatí magistral
el coyote sabio en los desiertos del peyote
el monstruo sagrado, el que se adjudicaba ese derecho
el Rimbaud científico de nuestra literatura marginal
el beat poseído por el genio
el ser de latidos (marginales) delincuenciales
el árbol cuyos frutos psicotizados con corazones de iguanas aulladoras
el monje transparente que en sus heridas arroja sangre de heroína
el mamífero lúcido, engreído de la naturaleza
el párroco bisexual que gustaba él yo femenino
el exterminador de ratas, cucarachas y críticos literarios
la fabulosa loca de las camas milenarias
el asesino involuntario de un avestruz acongojada
el Job vidente de la ciruela condenada
el Lama de la novela infernal
el hombre que pidió no ser hombre
el ornitorrinco arrecho de literatura vegetal
el Satán celestial de las destrucciones posibles
el árbol gay inexorable de locura
la sagrada pezuña de Buda mirando el infinito
del Universo.


Paolo de Lima

Lima, 1971. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Particular San Martín de Porres, y estudios de Maestría en Creative Writing en la Universidad de Texas en El Paso. Asaltoalcielo / editores publicó su conjunto de poemas Cansancio (1995), el cual fue reeditado por la editorial Hispano Latinoamericana en 1998, y luego publicó Mundo arcano, por Contracultura ediciones (2002).

Habitando quietamente esta tarde que no ocupas

Como remos batiéndose son tus frases esta tarde.
Tú al decírmelas gradualmente mis remordimientos se calman
y entre mis propios deseos renazco hablando
para que pongas en mí aquella mano de tu cuerpo
sobre esta luz de la noche escondida cuando avanzamos
sobre la punta de nuestros pies.

Ahora mismo, aquí mismo para nosotros
reconstruyo nueva imagen calmada
recordando entre paredes viejas pasiones
habitando quietamente esta tarde que no ocupas
y sigo por trajinada ruta de melancolía
los olores de tu pecho cuando calmabas mi angustia.

Sentado sobre este sillón mi ánimo se relaja y escribo.�


Miguel Ildefonso

Lima, 1970. Estudió lingüística y literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde obtuvo el primer premio de los Juegos Florales de 1995. Ganador del Premio Copé de Poesía 2002, Lima, Perú. Ha realizado la Maestría en Creative Writing en la Universidad de Texas en El Paso. Ha publicado los libros de poesía Vestigios (1999), Canciones de un bar en la frontera» (2001) y Las ciudades fantasmas (2002).

El flautista de Hamelin

A Juan Vega

Llevo tras de mí
los signos mortales de una época no muy lúcida

(Como dirían mis amigos poetas: maldita)
la peste negra la peste blanca la peste rosa

millares de ratas y ratones hambrientos persiguen
la música azul de mi flauta

he sido llamado a esta ciudad por mi arte
y mis dotes por todos conocidos

voy por estas calles que me aguardan temerosas
mi arte no es muy comprendido que digamos—

Escucho voces que dicen: «allí viene»
saben que he venido de las tierras de Tartaria

mientras los roedores me siguen arrastrando sus pesadas panzas
por el Parque Universitario la Plaza San Martín Cailloma

conozco esta ciudad
conozco sus bares sus iglesias sus ministerios sus hospitales

también conozco su río
yo dormí entre los bloques de una huaca de barro

soñé con una ciudad
soñé con una leyenda entre fértiles calles

yo fui bien recibido allí
aunque la magia de mi flauta nunca fuera requerida

Va camino al río Rímac
llevando cada vez más los restos fecales de una historia

toda ciudad tiene su plano
pero no hay ninguna donde el caos esté mejor destruido

hacia ese río voy testado de angustias
(son mías sus angustias)

y en ese río maloliente la luna se reflejará
cuando caigan las pestes

cuando me detenga a contemplar desde un puente mi arte
mi arte no muy comprendido


Isabel Matta Bazán

Lima, 1971. Estudió Derecho en la Universidad Particular San Martín de Porres y Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha laborado en diversos medios de comunicación. es guionista y coordinadora de producción del programa «Primero La Salud» transmitido por Canal N. En la actualidad sigue un diplomado en Salud Pública de la Universidad Ricardo Palma y escribe para la página Web del diario El Comercio en el área de salud. Ha publicado el poemario Soledad nuestra (1999) y tiene inédito el libro Vuelo nocturno.

Piel o cementerio.

Manos o nichos

El amor se esconde como un pequeño cadáver

Que no sabe dónde resucitar.

El silencio lo esconde en su puño.

En sus manos mezquinas, reservadas y egoístas.
En sus líneas, que como nichos o trincheras
ocultan los albores del amor.

Siempre hablaba el crepúsculo con su boca de muerto.
Jugaba con el viento sobre la arena como un fantasma.
Y nadie conocía la imagen de su mirada al alba
o el canto de los gallos al amanecer.
Ni siquiera el sonido de los pájaros. Todo era crepúsculo.
Animales adoloridos de frío, gente y sombras, sombras y dolor.

Y después del crepúsculo, la noche, el crepúsculo y la noche.
Como si dijera: «y después del dolor, la muerte,
y luego el dolor y vuelta la muerte».


Héctor Ñaupari Belupú

Lima, 1972. Abogado, candidato a Doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca, España. Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Ganador del Premio Internacional de Ensayo Charles Stillman (Guatemala). Tiene publicado el libro de poesía «En los Sótanos del Crepúsculo» (1999) e inédito «Rosa de los Vientos» (2002).

Sur

Sé que te habrás despertado de un largo sueño.
En él era una sombra vigilante
Como la de un árbol que también te sueña.
Será ese árbol ahora un mástil
que guía tu velero en un mar nunca embravecido pero tampoco apacible
un océano de olas como murmuraciones
donde cada gota es mi cuerpo que te mece de un lado a otro
como en la cama donde eres ab initio un lirio y en el amor una pantera hambrienta
y yo lejos de ser un cazador soy un ciervo devorado entre tus brazos blancos como un trozo de hielo primigenio
en los que me deslizo
Levemente como si no tuviera peso.
Soy en ti apenas un vahído, un rayo de sol que intenta tímidamente derretirte,
y transformarte en agua lívida, amor
líquido ávido que se agita desde las montañas
y no cede, sino que cae y cae y cae
hasta llegar al río cuyo cauce soy yo una vez más cariño mío
y en mi furia que te azota y te ahoga�
te abandonas,
apenas arropada por los gemidos que corren desde tu boca hacia la mía
como cuando estamos en el amor
y en el amor somos otra vez uno,
uno como el sol que es engullido por el mar
sin encenderlo ni apagarlo
Si no que únicamente eleva su temperatura�
y crea las nubes,
y esas nubes eres tú, a veces cúmulos y a veces cirros
y yo el cielo libreazul que te sostiene siempre
como ahora te sostengo al borde de la cama y elevo tus piernas para poseerte
lamo tus rodillas tu entrepierna tus muslos
aprieto suavemente los tendones de tus pies
y tú te electrizas, eres una lluvia con relámpagos que cae sobre mi cuerpo
y yo soy la tierra fértil amor mío
crecen la hierba y los árboles y los pájaros y los gatos salvajes que te ven con ojos lánguidos caer, caer, caer,
caes como una muñeca de porcelana entre las sábanas de la niña que eres tú una vez más, amor,
caes como tus propios pechos sobre el mío, tus piernas devorando mis pulmones�
te amo tanto cuando quieres absorberme totalmente, dejarme sin un hilo de respiración,
para tejerla de nuevo con tus besos, amor mío,
besos en mi rostro, en mis labios, en mis axilas
y luego te elevas como la vela de un velero
o él más alto edificio de la ciudad
y yo te recorro en todas tus calles, hasta las más recónditas y secretas,
las más luminosas y las más oscuras,
porque la ciudad eres tú
y yo soy un náufrago perdido
Malcolm Lowry danzando en el volcán de tu cuerpo, embriagado de ti más que de los tequilas y el peyote,
Paul Gauguin pintándote, salvaje y elemental como eres,
sacerdotisa de las islas de la Polinesia Francesa,
o este tímido poeta, que te recrea y te describe y te fantasea y se revuelve contigo en las sábanas como en este poema.


Carlos Oliva Valenzuela

Lima, 1960-1994. Estudió Matemática Pura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y, hasta antes de su muerte, estudiaba Literatura en la UNMSM. Fue editor de la revista de poesía «Ínsulas Urbanas» (1991). Ganador del Concurso Nacional «Casa del Poeta Peruano» (1992). En 1995 fue editado póstumamente su libro de poesía Lima o el largo camino de la desesperación

Anarquía

Sobre estas calles donde el amor es una palabra que no se ve
por ningún lado
descubrí un estado de ánimo tan bello
como una flor amarilla en la noche: Anarquía
tuve que elevarme sobre ese amanecer
y dar pasos tan bellos como un triunfal Nureyev
tuve que desgarrar mi corazón sobre el asfalto
beber alcohol en la noche
gemir sobre un cuerpo que también gemía
mi conciencia fue el diamante que cortó las olas
de un mar infernal dibujado en la memoria:
demonios como ángeles esculpidos en piedras preciosas
fuego tallado en rubíes sangrientos
cuadros extraídos de alguna desvariación de Dalí:
yo tengo la voz de los años perdidos
la poesía es una actitud integral y en primavera nacen versos
como niños precoces de esta época velocísima
tus espacios servirán para contener los desbordes
de mi imaginación que fluye a borbotones en la sangre
de mi herida abierta a tu eternidad ¡oh poesía!eres cordillera de frutos
tecnología de una estética burilada en la memoria pasión
desvelo cólera
tiempo
pues cada verso tiene su pasado su presente y su futuro
cada verso trae recuerdos emoción ilusiones que agobian
mis huesos robados como una fruta al pasado
y el pasado es el recuerdo de una muchacha a la que amé
con desequilibrio
con lucidez psicótica en las noches que Atenea
cuando se desnudaba
inteligencia y sabiduría de un cuerpo amado como un poema
que aún no he escrito.
Iré pues en busca de ese verso infinito
iré como una radiación sobre esta noche tan agitada
como un burdel para ricos donde se inician bellas adolescentes:
hay que destruir todo
yo sólo puedo enunciar estos versos sobre el silencio
porque el recital perfecto lo encuentro en soledad
sin más auditorio que mis imágenes aferrándose al presente
donde los años aciagos resisten los impulsos de las aguas
de estos océanos procelosos de los cuales emerjo yo tan puro
como un dinosaurio que sobrevive al pasado.


Roberto Salazar

Estudia literatura en la UNMSM. Empieza a escribir poesía en 1975. Ha publicado el libro Contra el muro (2001). En enero de 1992 publicó una plaqueta llamada «El Engranaje».

Mensaje a mi padre sin forma

Padre, tu hijo está dormido
sobre ruinas de opio en un vuelo parabólico
despiértalo
ha visto la ruindad de la ciudad que se mueve al ritmo
del dinero
ha visto a seres de estropajos que con ojos locos
deambulan por las calles
y no es indiferente
tampoco es inmortal
ni mucho menos hombre de ciencia, político preclaro,
Sacerdote embutido de virtud.
Tu hijo ve putas, asesinos, drogadictos, borrachos
participa a veces de juegos parabólicos con amigos que
no son otra cosa que enemigos
ve estallar bombar y volar en pedazos criaturas
ve carros lujosos, hombres y mujeres venidos de otros mundos
sufre la eterna mirada de un pasado en el vacío
y vela el cadáver de su juventud, de su adolescencia,
de su infancia.
Tu hijo ¿no lo sabes? asiste al terapeuta
ingiere toneladas de bacterias anacrónicas
y no tiene una mujer que le consuele
asiste a reuniones de grupos comunistas
camina de la mano de poetas, según él es uno de ellos
y siente que la muerte es una ruda realidad
que tus sueños son cada vez más angustiosos.
Tu hijo, padre, no ha heredado tu tranquilidad
ve cercana tu vejez y eso le entristece
no quiere publicar mis poemas porque teme que uno de ellos
sea un total fracaso
pero escribe incansablemente, compulsivamente, casi de
rutina
quiere ser verdadero y no aquel verano sucio de la navidad
maldita hipocresía
quiere ser solidario y no aquel papel de viento sin ningún
mensaje.
Tu hijo no se quiere a sí mismo
no sabe conjugar el verbo amar��
ni tampoco que hay en la mirada de los seres toda la indiferencia
del mundo para él
está desarmado
su única esperanza es que su corazón no cesa de latir
y que al día siguiente mecánicamente abre sus ojos y ve un
nuevo horrible día
tu hijo no sabe qué hacer
ha aprendido un oficio que solo le trae desventuras
y duda entre ser amigo de las sombras o
amigo de las flores
es por eso que quiere volar todo en pedazos y volar en un
pájaro metálico
y leer en los periódicos tu irremediable muerte natural.
Tales son las cosas en mi amado país
tales son los abusos contra el pueblo indefenso
y el poder, y la raza, y las clases, y las costumbres
Tales son las injusticias del verbo amar.
Tu hijo fue engendrado sin conocimiento de causa
es por eso que cuando ve dos seres que se aman llora
es por eso que sólo ve a las mujeres sin tocarlas
Mujeres semidiosas las peruanas ¿no es así?
calcula que la página se le termina�
calcula que sufre el tedio de los domingos por la noche
y que mañana tiene que ir a no hacer nada en su centro
de trabajo
y se acuesta boca abajo como queriendo persuadirse que la
noche terminará irremediablemente
y se duerme en un profundo sueño otra vez más angustioso.
Padre, ¿has olvidado que tu hijo ya no ríe a la hora del
almuerzo?
¿que tu hijo ya no es niño, ni adolescente, ni joven
ni maduro?
que tu hijo ve el inexorable camino de la muerte.


Juan Vega Moreno

Lima, 1965 — 1996. Se graduó como abogado en la Universidad de San Marcos. A fines de los ochenta editó la revista cultural Estación reunida. Deja varios poemas inéditos, así como artículos y ensayos culturales, especialmente de crítica de poesía, algunos de los cuales se publicaron en revistas como Arco crítico, La revista del diario El Peruano, Imaginario del Arte, entre otras.

Para Ericka

«Una imagen tiene el poder
de salvarnos o envenenar
para siempre nuestro sueño»

I

El ojo.
El ojo ve y persigue el movimiento
el color, la forma 
el relieve alto y bajo
el ojo busca: más intensidad, más realidad
más claridad
la ansiedad de ver «todo de golpe» de una vez y para siempre la superficie
y lo que se esconde, lo oscuro, lo recóndito, lo remoto, lo soñado, lo esperado.
Veo tu cuerpo
jamás tus sentimientos
ver / conocer, escoptofilia
conocer el absoluto
la imperiosa necesidad de conocer
nuestro lugar en el mundo
El pasaje del retorno: el laberinto ovárico
quebrado el muro del nacimiento
la línea del viaje es redonda y continua
formas y objetos en su esencia
la sustancialidad del sueño
de dentro hacia fuera
formules preguntas
NO
existen respuestas
« acaso es ciega tu voz
habla de un modo que yo pueda verlo»

II

Llegar al cero «O»
inventar las palabras
el YO se desplaza
navega o naufraga
hasta descansar en ti
el lenguaje que conocemos es apenas
una débil imitación
de los sentimientos 
lo invisible hecho visible 
por el amor insecto — animal — pájaro — pez.

El amor se hace también hablando, escribiendo, mirando, tocando, pintando, imaginando, creando, saboreando con los ojos abiertos / cerrados por el amor inacabable mientras el cuerpo siga latiendo, tibio, húmedo
unido al deseo intacto 
de fundirse en otro cuerpo
« envía sensaciones a tu cerebro
hasta que reviente». 
Nadie paga por vivir
menos aquí
la vida se escapa
sino la tomas por asalto.

III

La imagen se congela en el lente
el camino de las formas permanece siempre abierto
como un sueño que se desenreda
y al contarlo es siempre
alterado, traicionado
finalmente olvidado. 
Luces negras tienen el poder de envenenar el cielo
el peso de los recuerdos no puede ser registrado.
Tus ojos me siguen mirando desde una foto
antigua y resquebrajada

fue tomada en un parque público, un color marrón uniforme, en la parte inferior puede leerse. «Lima, Diciembre 1933» mirabas en la cámara, tu ropa está limpia y muy usada, un pequeño lazo claro sobre los cabellos negros, las penas no son pocas, tu padre tuvo que abandonar las minas del centro el metal ennegreció sus pulmones y las esperanzas para sus 6 hijos, aquí le aguarda el desempleo y la muerte en un hospital de caridad, pero tú eso no los sabes tus ojos me siguen mirando y al fondo bien adentro, se ve una lucecita humilde que implora: «Felicidad, necesitamos felicidad».
La luz está cansada hoy, pálida. No importa.
Existe cierto encanto que no se dirige a los ojos.
La imagen de hoy jamás puede ser la de mañana
las llamaradas —la explosión — y la dicha de los que se liberan
todo lo visible puede ser registrado, menos lo esencial
« el alma de las cosas» —lo duradero—
la mutabilidad.


Leo Zelada

Lima, 1970. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado el libro de poesía Delirium Tremens, Edición completa, Lima, Perú (1998) y el poemario Diario de un Ciber Punk, Editorial Moctezuma, D.F., México (2001). Premio Internacional de Poesía Orpheu de Brasil (2001). Dirige el Taller de Creación Literaria «Carpe Diem». (Página Web: www.geocities.com/elclondeleozelada).

Poética

I

Has despertado con el rozar de un ratón por encima de tu cabeza joven escritor y te estremeces hasta el ultimo vello de tu cuerpo

Mas un roedor que se desliza agazapado entre tus cabellos:

«Es sólo un roedor buscando a otro roedor»

II

Siempre hay una banca vacía para reposar la soledad del poeta. En los claustros de la pontificia catedral se desliza como dragón sigiloso el bardo tratando de ocultar su inmanente presencia.

Duro es entonces el trabajo del aedo, cincelar fonemas en hermosas gemas de mampostería, atrapar imágenes como mariposas de colores a lo eterno: revelación, ataraxia, energía esencial, puro conocimiento.

La poesía no es solo texto.

III

Amarga es la vida de un poeta
mientras escribe soterrado en el averno
aquí el Azul de Darío es el cielo gris de Lima y
Adán el atardecer «el crepúsculo más
hermoso del mundo».

—mediodía y soy la noche—

Converso con un genio incomprendido
que lúdico me muestra sus bocetos,
él intuye, mi callada amargura, mi depresión profunda
con historias insólitas y bromas
extravagantes nos hace sonreír
La ironía de Borges no llega a alcanzar su sabiduría.

Las calles en Quillca despiden un antiguo
esplendor
cada balcón esconde un verso de Vallejo,
mas no una noche estrellada:
«El poeta es, en ese eterno jirón de la amargura,
el poema y la desesperación.»

* * *


© 2003, Leo Zelada y Héctor Ñaupari
Escriba al autor: leozelada@yahoo.com
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Para citar este documento:
Zelada, Leo y Héctor Ñaupari: «Grupo Neón: Antología poética», en Ciberayllu [en línea]

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