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Cartas para Adriana1

Ketty Alejandrina Lis

Escribo, y todo lo demás
se encadena en armonía.
León Nicolaievich Tolstoi
 
 
EL PROBLEMA ESTÁ EN TUS PUPILAS
 

En el reverso bulle 
ácido 
        y al abrirse 
no son sonidos aquello que se emite, Hermana. 
Su sola presencia 
es permanente lluvia tormentosa. 
Su peso horada 
a través de ese compuesto mínimo 
de tus pupilas. 
                     Inmenso 
                     de tan igual. 


LA CONDICIÓN HUMANA
          Hender 
          la transparente hondura 
          de la serenidad. 
          De vez en cuando. 
          Pulir el tacto 
               en el contacto 
          con la persona amada. 
          Dar paso con resignación 
                    a la resignación. 
          Y así sobrellevar 
          la trágica belleza 
          de la condición humana.
     

NO HAY MUCHO MÁS
    He estado ausente tanto tiempo 
    del entorno semántico 
    del otro. 
    ¿Disolución del corazón o la razón? 
    He estado ausente 
    y sin embargo 
    sigue naciendo la sencilla nervadura 
    forma de una forma eventualmente expuesta. 
    A veces suponemos 
    que hay mucho más. 
    Y es casi todo.

RECORDANDO A TERESA

Ella era en mí 
y yo en mí y en ella 
mitad de una simbiosis 
            entre impaciente 
             y necesaria. 
Ella me arrojó de sí 
pero volví a ocuparla 
porque partidas 
éramos sólo un soplo. 
Apenas una argucia. 
Nada. 
Por eso 
la tarde en que el tordo negro-azul 
             aquél 
se fue 
nos fuimos ambas.


C'EST COMME ÇA
 
    Es así la casa 
    es así su cuerpo 
    y el mío 
    es así de pequeño y vacío 
    su inmenso espacio agrietado. 
    Bajo el frío del fuego 
    ronda la honda negritud 
    del desamparo. 
    Y sigue así la casa 
    sigue así su cuerpo 
    y el mío.
     

HORAS NOCTURNAS

Leo las noches
en el limbo de las horas todas
del árbol.
Deslizo
por el costado impreciso
de los cálices.
Lúcida nimiedad
de las palabras.


HORAS DIURNAS
 
    Son los pies los que hablan 
    al caminar sin rumbo. 
    Se agosta el surco 
                      y se desciende 
    a una planicie sin principio 
    para hallar la palabra 
    que contenga al silencio. 

    Ella se acerca 
            tan cerca 
    y huye.


[1]Selección de  Cartas para Adriana
Ediciones Marymar, Buenos Aires, 1992
 

©Ketty Alejandrina Lis , 1992, 1998
Ciberayllu

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