Cuadros para una novela improbable

Narración a presión y por entregas

 
Ciberayllu

Domingo Martínez Castilla

 

 

 

9. Manejos egóticos de Blas el Bardo

 
  (No sin antes aclarar que Blas el Bardo y Barbado hase llevado a la ingenua Seraphine sabe Dios a qué rincón escondido de la casa-patio de los escultores brasileños afincados tiempo ha en esta capital, tánto como que nacieron en la cercana Maternidad de Lima, cuando sus padres vivían en una vieja calle de los Barrios Altos, con vista a los frondosos jardines de la Quinta Heeren. Bueno.)

Aparte de los gestos normales al bajarla del colectivo, como tomarla del codo, arreglarle el pelo y demás, Blas no ha conseguido de Seraphine otra cosa que las reacciones puramente fisiológicas consistentes en latidos e inspiraciones-espiraciones de ritmos variados.

Una vez localizados en un rincón discreto, con poca luz, Blas y Seraphine juegan al amor, más ésta que aquél —quien tiende a tomarse estas cosas más en serio—, y el resultado es una Seraphine feliz y un bardo frustrado por cuestiones de falta de coordinación.

Sólo a Blas, barbado poeta, le ocurren todas estas cosas.

 

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