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17 octubre 2005

Un falso debate: ¿‘Telúricos’ o ‘evadidos’? José María Arguedas, ‘realidades nómades’ y ‘teoría de las excepciones’

Mario Wong

«Dominios autónomos, pero no realmente independientes ni fijos, puesto que ellos se transforman sin parar, como los átomos al mismo tiempo singulares y múltiples, si queremos aceptar que hay multiplicidades que no responden a ninguna unidad»
Maurice Blanchot, «Michel Foucault tel que je  l’imagine»; en: Une voix venue d’ailleurs; París, Gallimard, Folio-essais, 2002, p. 118 (subrayado y traducción míos).


En la «línea demarcatoria» subyacente en un ya viejo debate sobre la literatura criolla, hispanizante, y la «nacional» —que viene de los años 30, desde la aparición de Los heraldos negros, libro de un poeta provinciano, César Vallejo, y de su recepción en los 7 ensayos de J. C. Mariátegui (años estos del surgimiento del indigenismo, y del rol de primera línea que jugase la revista Amauta, fundada y dirigida por este brillante intelectual marxista ), que se encuentra, muy posteriormente, en los años 50-60 en las discusiones entre «puros» y «sociales» o, también, «evadidos» y «telúricos», y que en las controvertidas proyecciones de la crítica vargasllosiana al indigenismo en la obra de José María Arguedas, en su libro La utopía arcaica, reapareciese en el I Congreso Internacional de Escritores Peruanos en Madrid (23-29 de junio del presente año)—, se hallan las cuestiones de hegemonía1 y legitimidad vinculadas a formaciones culturales plurales, complejas, múltiples y heterogéneas como la peruana, que surge de una fractura histórico-simbólica que tiene sus raíces en el proceso de la Conquista española.

Tal parece que para ciertos escritores y algunos críticos señalar, determinísticamente, el carácter superestructural de la literatura (que, no niego, puede ser importante para el estudio sociológico de la literatura como proceso), o asimismo decir verdades de Perogrullo sobre la riqueza y pluralidad de la literatura peruana actual (que, indiscutiblemente, se manifiesta en las numerosas publicaciones de novelas y libros de cuentos, y que constituyen una suma diversa, múltiple, de voces personales y de temas diversos), los eximiesen de formular propuestas teóricas claras que permitan dar cuenta de la problemática actual de dicha producción literaria; la situación frente a ésta, sobre todo en la que se edita a partir de los años 80 (dentro del país y fuera), es la de una casi inexistencia de la crítica, o de su lamentable estado, como lo refleja el debate tendencioso, en la prensa y en la Internet, entre los «hegemónicos» y los «andinos» (que casi brillan por su ausencia), posterior al Congreso de Madrid.

Reitero aquí que para mí la crítica no es sólo una cuestión de aproximación sensitiva o intuitiva a los textos literarios, sino que requiere del desarrollo de la teoría, es por esto que, aplicando en forma aproximativa una especie de «teoría de las excepciones», me ocupo en este artículo de la modernidad de José María Arguedas, hago un recorrido sucinto de lo que hizo posible la obra de James Joyce, y señalo que en la resolución verbal y/o estilística de ambos autores hay algo de excepcional, algo de liberador —en relación al medio social y a los cánones impuestos—, como en todo gran escritor, una poderosa fuerza que los anima y los abisma.

 

1. Modernidad de José María Arguedas 

No menos que las novelas de los autores del boom y del post-boom —más allá de ciertos mitos como el de su completa ignorancia de las técnicas narrativas (o también del monolingüismo de su autor)—, una novela como Los ríos profundos de José María Arguedas, se halla anclada, como lo sostiene Roland Forgues2, en la modernidad literaria. Arguedas, novelista, tiene plena consciencia de los recursos formales que emplea: conoce las técnicas cinematográficas a las que se recurre en Manhattan Transfer de John Dos Passos; las descripciones y caracterización de los personajes en Palmeras salvajes de William Faulkner; la renovación de la lengua en la obra de Joyce y la práctica de la introspección en Proust; que recurra ... «al flash back, al monólogo interior, al soliloquio, a los juegos espacio-temporales, a la cuidadosa selección y uso de distintos registros del lenguaje, al desplazamiento y variabilidad de los distintos puntos de vista narrativos» hace que, en dicha novela, «la memoria del pasado en que se sustenta el relato se reactualiza en un presente proyectado en un futuro que encarna la utopía arguediana de un mundo ideal, de un auténtico paraíso terrenal»3.

Es a través de la invención de un nuevo lenguaje literario, que se pone de manifiesto el carácter revolucionario de la obra de Arguedas, con respecto a toda la «literatura indigenista» anterior. El narrador Arguedas —en su exigencia artística de verdad e inteligibilidad—, enfrenta su situación bilingüe y de manera angustiosa4 plantea la cuestión de la lengua5 en que deben expresarse los indios en la literatura6; cuestión que deviene un problema de estilo para dar cuenta del drama de su mundo dividido y complejo —que es el de la «dualidad trágica de lo indio y lo español», en palabras de Arguedas—, en que el elemento central sigue siendo el de la realidad indígena. Éste es el problema de la «novela realista», según Arguedas; es así que, a nivel de la ficción literaria, crea para los indios, «un lenguaje especial sobre el fundamento de las palabras castellanas incorporadas al quechua y el esencial castellano que alcanzan a saber algunos indios en las aldeas»7. No es, pues, solamente a través de las estructuras narrativas y las nuevas técnicas empleadas sino, fundamentalmente, a nivel del lenguaje literario que se pone de manifiesto el imperativo estético, creativo, que legitima esta ficción narrativa.

 

2. Joyce’s work in progress

La literatura es un acto de fe formidable en el poder de las palabras. En la búsqueda de la identidad y de los orígenes no escribimos sobre un tema, sobre algo (la libertad, el amor, el odio, etc.), sino que, aún cuando es work in progress, la obra literaria —cuando es realmente revolucionaria— constituye ese algo en sí misma. Borges ha señalado que «el nacionalismo y la literatura son enemigos naturales». Hablar de la obra de Joyce, por mencionar sólo el Ulysses (1930) y Finnegans Wake, no es posible sin señalar cómo el artista —y también es el caso, en otra latitud del planeta, de José María Arguedas—, se ha visto confrontado a las presiones de su medio; desde A Portrait of the Artist as a Young Man (1916), su elaboración estética —fundada en Aristóteles y Santo Tomás de Aquino— no es concebible sin el rechazo de todos los obstáculos ligados a la familia, a la tierra de nacimiento o a la religión8.

El artista ha hecho uso de las armas que le son propias —«silence, exile and cunning» (Joyce)—, para devenir invisible e indiferente, como el Dios de la creación. En Finnegans Wake se ha esforzado «de cerner le rapport de Psyché individuelle à l’histoire de l’humanité»9. Si bien en toda su obra Joyce se ocupa de Irlanda, al mismo tiempo ejerce una vigilancia crítica sobre su propia creación literaria. «Joyce escogió el exilio, la literatura, para liberarse de esas ‘redes’ que son ‘la nacionalidad, la lengua, la religión’. Impulsado por sus alas de pluma y de cera, Dédalo pudo, entonces, con toda libertad, hablar de su objeto de amor y de odio. Sin renegar para nada de su herencia cultural, Joyce habría tenido éxito en la construcción de un lenguaje universal, ciertamente difícil y sabio pero, adecuado a esclarecer a los lectores sobre el misterio de la naturaleza humana»10.

Finnegans Wake es el lenguaje y la escritura de la noche en el sueño; con esta obra Joyce introduce una relación de sentido permanente de una lengua (el inglés) con las otras lenguas, de un enunciado a múltiples enunciados. Se trata de toda una demografía; situación comparable —según Soller— a aquella de Dante en el Siglo XIV. Dante percibe e inscribe no solamente un basculement económico-político profundo (la irrupción del capitalismo) sino, también, la transferencia de lengua a lengua: del latín al italiano. Joyce traza los límites de toda lengua nacional, maternal. «La lengua nacional, maternal, no se sueña, ella hace soñar a un sujeto. Pero, el sueño de una lengua puede ser el estado de vela de una otra y, cuando es de noche en una latitud, puede ser de día en otra»11. Realidad y sueño en toda esta problemática de las lenguas, y sobre todo de la lengua literaria —que es siempre una invención— de un escritor, que es en el caso de Arguedas, una cuestión de la imaginación creativa, poética.

 

3. Postmodernidad y «realidades nómades»

El fin de la modernidad —esto siguiendo la hipótesis propuesta por G. Vattimo—, en el sentido de que no es posible hablar de la historia como algo unitario, que implica la crítica de las visiones de la historia como totalidad, trajo consigo también la crisis de la idea del progreso12, esto es de la concepción euro-centrista de la realización de la civilización como expresión moderna del hombre europeo. Si la «postmodernidad» es la característica de ciertos fenómenos de orden general, que se presentan como necesidad y de manera permanente dentro de la propia modernidad13, es de señalar que el fenómeno más importante, a mi entender, ligado a la «postmodernidad» —«en la zona límite que da hacia el futuro posible» (B. Echeverría)— es el de la irrupción de las «realidades nómades»; realidades éstas que no corresponden más al mundo de después de la Segunda Guerra Mundial, un mundo que ha perdido sus puntos de referencia, lo que se constata luego de la caída del muro de Berlín, y esto sobre todo como consecuencia del ataque en profundidad que otorga la primacía comunicacional, y que conlleva el dominio de las imágenes de los mass media dentro de la sociedad del espectáculo.

La literatura, toda literatura —y éste es un truismo que ignora las más de las veces la crítica literaria (pero los poetas siempre lo han sabido)— es una forma y función del lenguaje14; la «revolución del lenguaje» nació de un sentimiento opresivo de crisis lingüística15. Todo gran escritor es una excepción; en el orden de la transformación de lo que producen como sujetos, a nivel de la palabra y de la escritura, corresponden a experiencias muy diferentes las unas de las otras, y precisamente porque son muy diferentes se asemejan. Es la crisis del lenguaje lo que han afrontado todos los grandes escritores, llámense Kafka, Joyce, Proust, Céline, Faulkner, Conrad, Dostoievsky, Onetti o Arguedas; en la avant-garde se encontraba la experiencia de los poetas. Es el caso —en los inicios de la modernidad—  de la «experiencia de choc»16 de Baudelaire, en una de las etapas de expansión del capitalismo.

La literatura anglo-americana es una literatura ligada a los procesos de desterritorialización capitalista, a la irrupción de las «realidades nómades», y como tal es una literatura de la descodificación. «Extraña literatura anglo-americana: de Thomas Hardy, de Lawrence a Lowry, de Miller a Ginsberg y Kerouac —escriben G. Deleuze y F. Guattari—, los hombres saben partir, confundir los códigos, hacer pasar los flujos, atravesar el desierto del cuerpo sin órganos. Ellos atraviesan un límite, destruyen un muro, la barrera capitalista. Y, ciertamente, les sucede equivocarse en el acabamiento del proceso, no cesan de equivocarse. Se cierra el impasse neurótico —«papá-mamá de la edipización», América, el retorno al país natal—, o bien la perversión de las territorialidades exóticas, y entonces la droga, el alcohol —o peor aún, un viejo sueño fascista—. Jamás el delirio no ha oscilado mejor de uno de sus polos al otro. Pero, a través los impasses y las «triangulaciones edípicas», un flujo esquizofrénico corre, irresistible, esperma, río, albañal, blenorragia, o corriente de palabras que no se dejan codificar, libido demasiado fluida y demasiado viscosa: una violencia en la sintaxis, una destrucción concertada del significante, non-sens erigido como flujo, polivocidad que vuelve a  aparecer en todas las relaciones. Cómo el problema de la literatura ha sido mal planteado, a partir de la ideología que transmite o de la recuperación que el orden social opera»17. Lo primero, es aplicable a la crítica vargasllosiana de la obra de Arguedas en La utopía arcaica. Aunque resulte paradójico, Arguedas es un escritor de las «extra-territorialidades», y su obra —por citar sólo Los ríos profundos, Todas las sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo— se  halla ligada a los flujos migratorios que conlleva la expansión capitalista periférica.

Concluyo este artículo trascribiendo un texto, de hace ya algunos años, sobre José María Arguedas:

«A través de las noches construyo un túnel / como los canales que excavan los muertos en la bruma»
Leopoldo Chariarse

«M. pensaba en el suicidio del escritor peruano J. M. Arguedas (noviembre de 1969), en lo que lo obsesionaba. En su vida intensa, apasionada, vertiginosa y en su «experiencia de la incomunicación; en su kampt mit dem dâmon: creación & destrucción. Se mató con un revólver (mirándose al espejo para no fallar), de un balazo en la sien. Él se hallaba encerrado; él miraba a través del espejo, en oscuridad. Él había bebido de la fuente de la diosa Mnémosyne, ... »todo lo que ha sido, todo lo que es y todo lo que será» (Hesíodo); la aparición del mundo, la génesis de los dioses, el nacimiento de la humanidad (M. Eliade): «Este es nuestro segundo encuentro. Hace dos mil quinientos años nos encontramos en el cerro Lautasaco, de Huarochirí; hablamos junto al cuerpo dormido de Huaytacuri, hijo anterior a su padre, hijo artesano del dios Pariacaca. Tú revelaste allí los secretos que permitieron a Huaytacuri vencer el reto que le hizo el yerno de Tamtamaca, dios incierto, vanidoso y enfermo» (J. M. Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo). El creador inmerso en la realidad primordial del ser, en lo supra-humano y lo sobrenatural, en el ordenamiento del caos primigenio, del cual surge el cosmos, y que permite comprender el devenir en su conjunto; el encuentro mítico de los zorros fabuladores, a través de la escritura del creador Arguedas: «Suceden ahora en este tiempo, historias mejor entendidas arriba y abajo» (Ob. Cit.). Pero, él se hallaba dividido entre dos mundos; él vivía, intensamente, el conflicto: cuando las cosas ya no eran más y cuando ellas no eran aún! En un momento él se hallaba en oscuridad; él trataba aún de contar historias, desde la herida abierta sobre el planeta, del puerto pesquero de Chimbote; novela del suicida, y del vértigo de la creación (escritura & muerte), y del enfrentamiento, al borde del abismo, con «la ligne du dehors que, c’est notre double, avec toute l’altérité du double» (Deleuze). El pájaro de plata muerto, terrible... y, no había tiempo para desmentir la muerte!

París, 27 de agosto - Praga, 1 de septiembre del 2005.

* * *

Notas

1   «La cultura hegemónica discrimina otras formaciones culturales y las reduce a espacios marginales haciéndolas invisibles ante los ojos del mundo. A pesar de esa discriminación artera se han seguido desarrollando —y con notables éxitos— las literaturas andina, amazónica, negra, urbano-marginal, etc.» (Dante Castro, «Una reflexión», Ómnibus. Especial: El encuentro de narradores peruanos en Madrid; http://www.omni-bus.com); ver también el excelente artículo de Anouk Guiné, «Soy andina, soy negra y telúrica: una francesa en Madrid» (Identidades), que introduce la problemática de género dentro de estas cuestiones, en estrecho vínculo con la supervivencia de relaciones de poder  coloniales o «neo-coloniales», de tipo racial-étnico, en esta etapa de la mundialización capitalista..

2   Roland Forgues, «Los ríos profundos de José María Arguedas / Un puente entre las dos orillas», en Palabra en el viento. Ensayos sobre creación e identidad en América latina, Andinica, Éds. Mare & Martin, París, 2005.

3   Ob. Cit., pp. 349-50.

4   José Carlos Rovira, «Lengua y heterogeneidad en Los ríos profundos y el posterior fracaso arguediano», en Los ríos profundos. José María Arguedas, obra coordinada por Fernando Moreno, Ellipses, París, 20004, pp. 79-80.

5   «Arguedas rechazaba la fórmula regionalista de incorporar el dialecto regional con el fin de proporcionar ‘color local’, e intenta en cambio trasladar la estructura sintáctica del quechua al español por medio de una serie de ‘sutilesdesordenamientos’ (Véase William Rowe, «Mito, lenguaje e ideología como estructuras literarias»; en Recopilación de textos sobre José María Arguedas, Serie Valoración Múltiple, Casa de las Américas, La Habana, 1976, pp. 264-66).

6   J. M. Arguedas, «La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú», 1950; loc. cit., p. 71 (véase R. Forgues, José María Arguedas, de la pensée dialectique a la pensée tragique. Histoire d’une utopie; Chap. I: «L’Écriture Arguédienne», p. 57; Presses Universitaires du Mirail, Toulouse, 2004).

7   «Il se met alors à l’ouvrage, tout en sachant bien que ce ‘langage spécial’ n’a rien à voir avec le langage réel, que cette tâche linguistique est avant tout une tâche littéraire même si elle est dictée par des considérations d’ordre éthique et idéologique bien plus que par des motivations esthétiques. L’écrivain sait bien qu’écrire ne saurait pour lui consister à embellir, à perfectionner, ou à purifier le langage qui à cours mais, au contraire, à rechercher un langage imaginaire et de l’imaginaire que personne ne parle mais qui, par la magie de l’écriture, ne transcende la réalité que pour mieux la dévoiler, la modifier, la transformer, l’équilibrer, et l’humaniser» (R. Forgues, Ob. Cit., p. 58).

8   «[…] rejet de toutes les entraves traditionnelles, ‘my home, my fatherland or my church’ —dit Joyce» (véase Jacqueline Genet et Claude Fierobe, La Littérature  Irlandaise, L’Harmattan, Paris, 2004, pp. 284-88).

9   Ibid.

10 Ibid.

11 Phillippe Soller, Théorie des exceptions, Gallimard, folio-essais, Paris, 1986, pp. 80-  81.

12 Gianni Vattimo, «Posmodernidad: ¿unasociedad transparente?» (en N. Lechner, W. Schmidt, B. Echeverría (e. a.), Editores Unidos  Nariz del Diablo, Quito, 1991, pp. 148-49).

13 Bolívar Echeverría, «Modernidad y capitalismo (quince tesis)», Ob. Cit., p. 118.

14 George Steiner, Extraterritorialité. Essai sur la littérature et la révolution du langage, Calman-Lévy, Paris, 2002, p. 142.

15 Ibid.

16 Giorgio Agamben, L’homme sans contenu, Éds. Circé, Clamency, 1996, p. 74.

17 Gilles Deleuze, Félix Guattari, Capitalisme et schizophénie. L’Anti-oedipe, Les Éds. de Minuit, Paris, 1972, p. 158.


© 2005, Mario Wong
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Para citar este documento:
Wong, Mario : «Un falso debate: ¿‘Telúricos’ o ‘evadidos’? José María Arguedas, ‘realidades nómades’ y ‘teoría de las excepciones’», en Ciberayllu [en línea]


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