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24 julio 2006

Gastatinta que husmea los vientos:
Leonidas N. Yerovi y los rituales del periodismo moderno*

Marcel Velázquez Castro

La historia del periodismo peruano es una aventura imbricada profundamente con la literatura. El periódico y la revista fueron considerados herramientas centrales del proyecto ilustrado moderno; por ello, los letrados neoclásicos, románticos y realistas publicaron muchos de sus textos en estos medios de comunicación. La prensa fue el soporte material de múltiples composiciones literarias a lo largo de todo el siglo diecinueve y parte del veinte. Los artículos de costumbres, los poemas satíricos, las letrillas políticas, las novelas de folletín y las tradiciones son formas discursivas que revelan la fecunda confluencia entre literatura y periodismo. Además, las perpetuas carencias institucionales de la literatura obligaron a numerosos escritores a incursionar en el oficio ajeno. La inserción de la prensa, desde sus orígenes, en el mercado permitió que los periodistas alcancen, antes que los literatos, autonomía dentro del campo cultural y retribución económica; en palabras de Yerovi: «trabajo diario a la conquista del garbanzo señor nuestro» («Carta a provincias», La Crónica,  6 de agosto de 1913). En consecuencia, la prensa fue un polo dinámico en la constitución de la esfera cultural en la sociedad moderna peruana.

El periodismo peruano de la belle époque, es decir, aquel que se desarrolló durante la República Aristocrática (1895-1919), constituye un privilegiado territorio para explorar los precarios procesos de modernización social que incluían una consolidación de la cultura de lo escrito, un desarrollo de la comunicación visual (caricatura y fotografía empiezan a poblar las páginas de los diarios y revistas), una sensibilidad cosmopolita y una reflexividad crítica sobre la vida privada y el orden público de la sociedad. La experiencia de la modernidad y sus nuevas formas de sociabilidad encuentran en las páginas de los periódicos y revistas de la época no sólo su formalización sino también sus caminos de constitución. Así como el fonógrafo, el teléfono y el cine revelaban las nuevas tecnologías de comunicación, la prensa se renovó drásticamente en este periodo gracias a los cables de noticias1 que llegaban mediante el telégrafo y a la creciente inserción de fotografías. Las revistas Actualidades (1903-1908), Monos y Monadas (1905-1907), Prisma (1905-1907), Variedades (1908-1932), la primera etapa de La Prensa (1903-1921), los años de neutralidad de La Crónica (1912-1919) y otros periódicos del periodo son testimonio de una nueva forma de establecer vínculos entre el triángulo lectores-medios-sociedad.

Quizá el actor más importante de estos procesos fue Leonidas N. Yerovi, hombre de prensa por antonomasia. Yerovi practicó todos los géneros vinculados al periodismo: letrillas políticas, artículos de costumbres, crónicas urbanas, comentarios de noticias internacionales, crítica literaria y notas policiales. Además publicó de manera sostenida en los principales periódicos y revistas de su época y dirigió varias empresas editoriales: Monos y monadas, ¿Esta usté bien? (1910) y Lléveme Ud. (1910), Don Lunes (1916). Por sus diversas funciones y su vasta producción, Yerovi es uno de los fundadores del periodismo moderno en el Perú. Por ello, con esta recopilación de sus artículos y crónicas no sólo recuperamos un capítulo de la historia del periodismo sino también un fragmento de nuestra compleja y ambivalente modernidad.

1. La Prensa y La Crónica en los albores del periodismo moderno

A diferencia de la continua y sistemática obra poética desarrollada por Yerovi, sus crónicas y artículos periodísticos se concentran en un periodo temporal definido: 1912-1915. En La Crónica publica textos referidos mayoritariamente a temas políticos nacionales; y en La Prensa a temas socioculturales de carácter nacional e internacional, principalmente comentarios a las noticias que llegaban por el cable mediante el telégrafo. Sus crónicas escritas desde Buenos Aires fueron publicadas en La Prensa y también en Variedades.

Juan Gargurevich (1991: 121) señala que La Crónica, que apareció el 7 de abril de 1912, constituyó una innovación en el periodismo peruano por el formato pequeño («tabloide»), inserción de fotograbados, un suplemento diario, titulares grandes y preferencia por temas sensacionalistas. El director era el escritor Clemente Palma; y el jefe de redacción, José Gálvez. La sección de Yerovi en La Crónica recibía el nombre de «Burla burlando» y siempre contaba con pequeños dibujos de José Alcántara La Torre; generalmente el texto abarcaba tres columnas y en él se insertaban tres dibujos. Esta combinación de escritura y dibujo revelaba el deseo de establecer contacto con la nueva sensibilidad de los lectores, y la creciente importancia de la imagen en la prensa nacional.

Cubierta libroLa dirección, administración y talleres de La Crónica se encontraban ubicados en Mercaderes 482 y se definía como «Diario Ilustrado, Político Independiente e Informativo». Estaba conformado por dieciséis páginas divididas en cuatro columnas cada una, y las dos últimas páginas estaban dedicadas a la novela de folletín que formaba parte de la «Biblioteca de La Crónica». Se caracterizaba por el abundante número de fotografías y caricaturas. Su precio en sus inicios era de cuatro centavos. Las secciones que contenían artículos revelaban pluralidad de perspectivas; algunos de sus nombres eran: «De Provincias», «Espectáculos», «Alrededor del cable», «Sport», «Sociales», «Cámara de Senadores», «Revista cinematográfica», «Humorismo y Guerra», «La Gran Guerra Europea», «Taurinas», «Publicaciones», «Burla Burlando», «Vida de Palacio», «Vida Teatral», entre otros. Entre los colaboradores destacan José Gálvez, Federico More, Luis Ulloa, Javier Prado y Horacio H. Urteaga, entre muchos otros.

Un elemento muy significativo de La Crónica es el gran número de anuncios publicitarios de naturaleza comercial que presenta cada número del diario. Es evidente el desarrollo y consolidación de grupos ligados a la importación de productos extranjeros para el consumo y a la prestación de servicios propios de ciudades que viven procesos de modernización. Esta amplia gama publicitaria se caracteriza por la influencia del imaginario francés como sinónimo de moderno y de buen gusto; así, podemos encontrar avisos de carácter médico (El Licor Eléctrico para el dolor de muelas, el líquido Excelsior para los reumatismos), profesional (médicos especialistas en partos, cirujanos, oculistas), vestuario y aseo personal (La Nueva Era especializada en ropa para damas, Agua de Colonia Lilac de Lohse, Crema La Valliere), licores (Benedictine, Anís del Mono, A. Delor & Cía. Importador de vinos, J. H. Secrestat, coñac Frapin), comestibles (quesos de Holanda, sardinas de Nantes-París, harina lacteada Nestlé), servicios varios (Restaurant Can Can, Sastrería La Guardia, Gran Sastrería París, Gran Fábrica Francesa de Muebles y Fotografía E. del Águila y Cía.). El cuerpo, el ámbito doméstico y la ciudad se convierten en el centro de las preocupaciones sociales y estéticas, es decir, los espacios privilegiados para experimentar la sensibilidad moderna.

La Prensa era un periódico tradicional por su gran formato (60 × 45 cm) y la preeminencia de los textos sobre los dibujos. Este diario estaba más ligado a Yerovi por su prolongada presencia como colaborador desde sus inicios; y su ideario político, asociado al Partido Demócrata. La Prensa publicaba dos ediciones diarias, la de la mañana, que constaba de ocho páginas; y la de la tarde, que constaba de cuatro. El costo del diario subió con los años: en 1905 el precio de ambas ediciones era de dos centavos, y en 1916 la edición de la mañana costaba cuatro centavos y la de la tarde tres centavos. En el periodo de 1912-1915, las noticias que se publicaban primero eran las internacionales, a continuación las nacionales y posteriormente las locales y las sesiones parlamentarias. Las noticias, algunas veces, iban acompañadas de fotos y muy rara vez de caricaturas. Sus secciones principales fueron: «Campo Neutral», «Crónicas alegres», «Vapores y correos», «De teatros», «De toros», y una sección de novela de folletín, entre otras. La publicidad se concentraba en los servicios médicos, compañías de seguros, publicidad de las obras de teatro, y avisos económicos.

La sección de Yerovi en La Prensa tenía múltiples nombres que indicaban el carácter de sus textos: «Párrafos volanderos», «Notas al vuelo», «Ampliaciones al cable», «Cosas de afuera», «Notas bonaerenses», «Películas de la calle», «Breves y leves», «Párrafos aterradores». Los nombres son elocuentes y condensan algunas características de la prosa periodística de Yerovi: rapidez, humor, concisión, levedad, cosmopolitismo y su preocupación por representar los cambios de la ciudad de Lima, además de su experiencia como cronista y dramaturgo en Buenos Aires.

¿Por qué Yerovi empieza a publicar artículos y crónicas en esos años? Sin lugar a dudas, la respuesta está en los nuevos aires que trajo La Crónica al periodismo nacional. Ellos querían tener una ventaja diferencial sobre los demás diarios, y contar regularmente con la pluma de Yerovi era una garantía de éxito y popularidad. Los editores de La Crónica lo contrataron como periodista de textos en prosa. Ante esta nueva circunstancia, La Prensa también le empieza a exigir artículos y crónicas.

La posición de Yerovi en la prensa nacional del periodo expresa las incongruencias entre los desfases de los medios de comunicación y la sociedad, entre la creciente modernización tecnológica y la insuficiente modernización social. En muchos momentos, se queja el periodista de que en la sociedad peruana no ocurre nada, predomina la calma y la inamovilidad de los actores sociopolíticos; esto perturbaba al periodista porque la prensa requiere noticias, necesita ser alimentada incesantemente y la sociedad peruana no ofrecía suficientes acontecimientos. Por ello, la tendencia a ampliar y reseñar las noticias que llegaban por los cables telegráficos siempre avaros en detalles. Yerovi y otros periodistas se convierten mediante la novedosa tecnología de los cables en los mediadores entre lo internacional y lo nacional; las noticias de la revolución mexicana, el hundimiento del Titanic, la consolidación del imperio norteamericano y los sucesos de la Primera Gran Mundial son un vasto material que se presenta a los lectores peruanos casi simultáneamente a su acontecer. Sin embargo, quedan rezagos de una concepción tradicional en la cual la prensa se convierte en eco de los rumores sociopolíticos, y las tan mentadas «hablillas» de los textos de Yerovi aluden a esta tarea tradicional que todavía anidaba en el núcleo de la prensa moderna nacional.

2. Las políticas del patriotismo y las imágenes de los políticos sin patria 

El exacerbado patriotismo de Yerovi es inherente a su concepción criolla de la sociedad. Él es un hijo de la derrota con Chile, ha vivido su infancia en el periodo de la Reconstrucción Nacional bajo el rencor del nacionalismo herido. Su republicanismo está teñido de un chauvinismo que se explica por el desastre social y moral que significó la derrota, pero que no encaja con los nuevos modelos de organización sociopolítica que atendían a sectores específicos (obreros, mujeres, etcétera) desde una perspectiva internacional. Para él, los valores de la democracia republicana (libertad, igualdad y solidaridad) deben vivirse y demostrase con hechos y no elogiarse desde la retórica de los políticos o en la pedagogía cívica de los monumentos urbanos. 

Yerovi proclama que «La moralización de la política es condición sine qua non del bienestar público». Destaca que los responsables de la inmoralidad política son los militares, pero principalmente «los estadistas. Los hombres de frac. Los asombrosos intelectuales que de error en error, o mejor dicho, de maña en maña, de culpa en culpa y de egoísmo en egoísmo, llegaron hasta hacer ¡¡a Benavides!!, Presidente». («El gran problema, el pavoroso...», L. P. 28 de septiembre de 1915). La alianza cívico-militar que coloca a Benavides en el poder muestra la esencia de la República Aristocrática que no duda en quebrantar el orden democrático para preservar sus posiciones de privilegio ante la amenaza del populismo y la democracia directa propugnada por Billinghurst.

La imagen de una esfera política premoderna regida por el autoritarismo, la violencia y el clientelaje es hegemónica en los textos de Yerovi. Las redes personales de Billinghurst confirman la naturaleza de la escena política fundada en la ausencia de institucionalidad política. Los políticos tornadizos y acomodaticios son una plaga. En sus artículos se expresa una condena abierta a los que medran de la burocracia estatal por favores políticos. La metáfora del «pulpo inútil» grafica la voracidad y la confusión de los que se apoderan del Estado con fines privados. Por ello, constata que «los amigos incondicionales de todos los gobiernos brotan tan espontáneamente como los hongos» («Esperas» L .C., 11 julio de 1913).

El poder legislativo es uno de los blancos preferidos de Yerovi, ya que Fulánez, Mengánez y Sutánez campean en el Congreso. La incuria mental y la falta de trabajo efectivo se sintetizan en la imagen de los congresistas que «duermen, dando cabezadas al aire y de vez en cuando contra las carpetas» («De Lima a provincias», L. C., 17-12-1912).

Uno de los ejes temáticos más importantes abordado en estos artículos es el accidentado proceso electoral de 1912: la derrota de Ántero Aspíllaga y la tumultuosa victoria de Billinghurst son narradas desde la crónica política diaria en una reconstrucción minuciosa de las prácticas y estrategias electorales del periodo y su rebasamiento por la movilización de masas promovida por Billinghurst. La inmoralidad en las elecciones se manifiesta en las elites políticas y en todas las instituciones del Estado. Por ello, «¿cómo reprochar a las masas ignorantes, indiferentes o pervertidas que vendan su voto ciudadano y suplanten el de los demás?» («Hilvanes», L.C., 19 de junio de 1913). Las elites que deberían ser ejemplo de virtudes democráticas han perdido legitimidad para exigir un comportamiento consciente de los sectores populares.

Yerovi no logra proponer explícitamente un modelo ideal de sociedad, sus denuncias y sátiras no bastan para construir el derrotero de una modernidad alternativa. Cuando logra sintetizar sus propuestas globales para el país, exige instrucción, irrigación e inmigración, con lo cual termina coincidiendo paradójicamente con sus vapuleados personajes del Partido Civil, quienes estaban convencidos de la educación como herramienta para asimilar a la población indígena al mercado y a la sociedad republicana, interesados directamente en el desarrollo de las haciendas agroexportadoras y convencidos, a pesar de los sucesivos fracasos, de la necesidad de atraer inmigrantes europeos porque estaban regidos por el horizonte racialista de la época.

3. La Lima de los pregones y los automóviles, las procesiones y las huelgas

La modernidad es profundamente autorreflexiva, una forma de sentir y experimentar la novedad incesante. En los artículos de Yerovi, encontramos la percepción de estar viviendo tiempos nuevos, pero éstos son caracterizados de forma heterogénea y confusa: «en los actuales tiempos de incredulidad y socialismo» («Toque de agonías», L. P., 9 de enero de 1913), «estos tiempos en que el positivismo lo domina todo» («El Dios éxito», L. P., 15 de enero de 1914) o «la inquietud enfermiza del carácter moderno» («Un crimen», L. P., 28 de agosto de 1914). Positivismo, incredulidad, socialismo y decadencia se corresponden con diferentes horizontes ideológicos que desde Europa ofrecían modelos de comprensión de los fenómenos finiseculares y de las primeras décadas del siglo XX. Son palabras que anuncian el triunfo de la racionalidad instrumental y del discurso científico como forma privilegiada de conocimiento, el avance de la secularización, la emergencia de los nuevos movimientos sociopolíticos y la percepción de un arte decadente y corruptor. Todos estos procesos, en mayor o menor medida, afectan nuestra modernidad periférica.

La visión moderna de Yerovi se prueba porque él es un convencido de la superioridad de la aristocracia del talento sobre la aristocracia de la sangre, del sujeto autónomo que se autoperfecciona social y moralmente sobre el sujeto que vive de los privilegios derivados de su filiación. Además, el periodista alienta la pluralidad de cultos religiosos y propugna la separación entre el Estado y la Iglesia. Estos signos de modernidad conviven con posiciones tradicionales (imagen organicista de la sociedad, visión de la mujer, conformismo ante el dominio de los poderosos). Su rechazo visceral a las políticas higienistas promovidas por Curletti, uno de los personajes políticos más influyentes del gobierno de Billinghurst, debe leerse como una defensa de lo popular contra las políticas de modernización impuestas por la elite letrada. Su defensa de procesiones tradicionales, pregones y costumbres de la Lima decimonónica revelan su veta tradicionalista y el núcleo de su identidad criolla urbana.

A diferencia de la sensibilidad vanguardista seducida por la máquina y la velocidad, Yerovi exige una mayor reglamentación para la circulación de los automóviles y condena los abusos de los choferes, que son los dueños de la calzada y atropellan impunemente a los peatones, ya que la velocidad máxima de los autos es la misma que la de los tranvías. («El automóvil, mamá», L. P., 16 de julio de 1913). Califica al automóvil de manera ambivalente como «encantadores monstruos urbanos».

La Lima de alcantarillado defectuoso, agua no potable y miasmas en la calzada experimenta simultáneamente nuevas formas y espacios de sociabilidad nocturna y la difusión de nuevos deportes (fútbol, ciclismo, carreras de a pie) que lentamente empiezan a avanzar en los gustos de la población.

Los múltiples cambios en la estructura urbana de Lima quedan reflejados en los textos de Yerovi: las políticas de higienización y control de la población urbana; la expansión de las líneas del tranvía y el incremento de los automóviles; el alto costo del alquiler derivado del crecimiento demográfico explosivo que no encuentra una adecuada infraestructura; la inmigración extranjera, principalmente asiática; los espacios de sociabilidad modernos: cafés con orquestas, clubes, salones de hoteles, restaurantes, heladerías, etcétera. La nueva Lima que se está configurando queda descrita con las siguientes palabras:

Y de veinte años a esta parte se abrió y pobló totalmente el Paseo Colón; se hizo la Plaza Bolognesi con la multitud de fincas que la cercan; se trazó y comenzó a habitarse la alameda de La Magdalena. A la espalda del Paseo Colón hay barriadas popularísimas; La Victoria surgió para dar cabida a millares de habitantes; los barrios de la prolongación del Chirimoyo se elevaron con centenares de casas; el callejón de Otayza se convirtió en una calle que antes de la apertura ya no tenía tienda por alquilar; las casas huerta del Carmen y los Naranjos perdieron sus huertas en favor de la urbanización, y por allí también se abrieron nuevas calles, y, en fin, la avenida Piérola, la carretera del Callao […] rápida comunicación con los balnearios, antes no siempre atestados de habitantes y con saludables y hermosos ranchos disponibles. Pero, ¡que si quieres!, hasta las simpáticas y antes mustias Magdalenas, donde se vendía el terreno por dos pesetas, están hoy repletas de vecinos, pese a las nuevas construcciones que se suceden, y no hay que decir cómo estarán los demás balnearios de mayor tono. («Un problema», L. P., 12 de noviembre de 1913).

Por otro lado, el gobierno de Guillermo Billinghurst constituye un quiebre respecto de las políticas del hegemónico Partido Civil en la República Aristocrática. Fue el único presidente del periodo que venía de las filas del pierolismo y que contó con un sostenido apoyo popular. Yerovi será un crítico implacable del gobierno porque BIllinghurst articulará para su provecho las teóricas bases sociales del Partido Demócrata. Por ello, denuncia el autoritarismo del presidente populista que no duda en emplear a las masas organizadas para atacar a los opositores. La posibilidad de milicias populares y la excesiva agitación política de los obreros y el pueblo es una fuente de caos y violencia que Yerovi condena. En el trasfondo hay temor ante la emergencia de los sectores populares organizados. Por ello, su condena desde una posición fatalista a las huelgas y paros frecuentes en el periodo: «a pesar de todos los paros, los poderosos explotarán siempre a los desvalidos» («Mientras afeitan al vecino», L. C., 9 de octubre de 1912).

Yerovi realiza un análisis pragmático y se manifiesta en contra de las huelgas porque el perjudicado finalmente es el público. El patrón cede ante la presión del obrero, pero aumenta los precios o disminuye la calidad de los productos para compensar su mayor costo laboral. Incluso Yerovi llega a afirmar que en algunos casos hay unión convenida entre el capital y el trabajo para explotar al resto de la sociedad. Sin embargo, es interesante anotar que Yerovi fue evolucionando hacia una posición de mayor simpatía hacia las masas obreras. Establece tajantemente que «si al Perú le quitan el proletariado, ¿qué le queda? Cuatro gatos, que, por mucho que tengan la sartén por el mango y el riñón relativamente bien cubierto, no podrían constituir nación, ni cosa parecida en América, ni en rincón alguno de este mundo ni de los otros.» («El Sol del Cuzco», L. P., 1 de octubre de 1915).

Los textos de Yerovi construyen un sujeto ambivalente y escindido entre los fantasmas del pasado y las promesas del futuro. Una modernidad criolla que se opone a la modernización autoritaria de las elites civilistas, pero que no llega a vincularse con los nuevos actores sociales portadores de la otra modernidad.

4. La incipiente cultura de masas, la crónica roja y la literatura

La ciudad moderna caracterizada por la alta concentración de pobladores, extremas desigualdades socioeconómicas y carácter anónimo de las relaciones sociales transforma y desarrolla las modalidades criminales. En el periodo se vive una morbosa atracción por las historias nacionales e internacionales de asesinatos y robos que es aprovechada eficientemente por los diarios, principalmente La Crónica. Los códigos de la cultura de masas (cine, revistas, periódicos, novelas de folletín) operan sobre la sensibilidad y la mentalidad de la época: mediante la ampliación del mercado cultural, estos productos constituyen una biotecnología que modela al poblador urbano.

En la época era frecuente asociar las novelas populares y las películas de cines con la delincuencia común. Yerovi participa de esta lectura y sostiene que las conductas antisociales idealizadas en novelas y películas son reivindicadas y aceptadas por el pueblo («Apachismo ambiente», L. P., 27 de diciembre de 1913). También se dejan entrever tímidamente las primeras críticas al «periódico amarillo» que vive de la dramatización y amplificación de la crónica roja.

El cine es una revolución no sólo en las formas de entretenimiento urbano (compite y desplaza rápidamente al teatro) y en los novedosos códigos narrativos audiovisuales, sino en la reformulación de relaciones sociales. Yerovi es uno de los primeros en defender la intimidad de las parejas en las salas oscuras del cine. También destaca el papel que cumple el cine en la memoria de la sociedad; por ello, gracias al cinematógrafo «puede un paralítico de sesenta años consolarse admirando los cancanes que bailó a los veinte« («La vida en el aire», L. P., 21 de agosto de 1912). Sin embargo, simultáneamente lo considera un agente de corrupción moral: «en los primeros días fue un divulgador honesto, es hoy un corruptor seguro. Y por eso su auge mayor cada día», ya que «malogran y tuercen poco a poco la castidad de los jóvenes» («Honestidades», L. P., 14 de agosto de 1913).

En sus artículos, hay frecuentes alusiones a escritores extranjeros, tales como Julio Verne, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Alfred de Musset, Mark Twain, H. G. Wells, Eça de Queiroz, Campoamor, y Leopoldo Alas («Clarín»). No es casual que predominen las referencias francesas y norteamericanas entre los extranjeros: Lima empezaba a sustituir la influencia francesa en el orden sociocultural por la de la potencia del norte. Salvo José Echegaray, sorprende no hallar mayores referencias en sus artículos a dramaturgos extranjeros. Entre los escritores nacionales: Felipe Pardo y Aliaga, Caviedes, Chocano, Manuel González Prada y Valdelomar. A pesar del registro diferente de sus textos, se percibe un velado homenaje a Felipe Pardo cuando se destaca que se requiere su vara poética satírica para medir los sinuosos caminos de los políticos del Partido Civil durante el último año del gobierno de Leguía, nótese el carácter irónico de esa apreciación ya que muchos de los descendientes de Felipe Pardo fueron miembros prominentes de dicho partido («El plato del día», L. C., 13 de julio de 1912). La conciencia del presente degradada ante la magnífica tradición de escritores satíricos se manifiesta en una queja retórica: «es lástima, gran lástima, que en la patria de Caviedes y Pardo, de Segura y de Ricardo Palma, de Fuentes y de Juan de Arona, no se luche ahora por ser algún día sucesor de alguno de ellos». («Libro y muestrario» L. P., 22 de enero de 1914).

Yerovi no es un escritor que busque el conflicto personal, pero no escatima ironías contra Valdelomar, a quien critica por su vinculación política con Guillermo Billinghurst. Tampoco duda en quebrar una lanza por su admirado Piérola en contra de González Prada. Así, denuncia que éste no asistió a la ceremonia fúnebre ni colocó el pabellón nacional a media asta en la Biblioteca Nacional que él dirigía cuando murió el caudillo del Partido Demócrata («Hilvanes», L. C., 3 de julio de 1913).

5. México y Europa en llamas, el imaginario de Estados Unidos y la experiencia en Buenos Aires

Los dos grandes acontecimientos internacionales del periodo que acaparan la atención de los periódicos son la Revolución Mexicana y la Gran Guerra europea. La visión de Yerovi es caótica y confusa, guiada por los cables, pues desde la periferia no hay posibilidad de comprensión histórica de la trascendencia de dichos fenómenos. La Gran Guerra fue seguida con atención no sólo por la dimensión política del conflicto, sino por las nuevas tecnologías y armas de guerra que se usaron por primera vez. Yerovi, como la mayoría de periodistas latinoamericanos del periodo, estaba a favor de los intereses franceses y sus aliados.

En los artículos de temática internacional, existe una predilección en comentar la historia menuda, la noticia extravagante. En esta dirección, Estados Unidos es fuente inagotable de sucesos increíbles. El prodigioso crecimiento económico se manifiesta en la explosión de las fortunas y multiplicación de los millonarios; y ante ello hay una mirada de asombro y admiración, pero también cierta ironía. Por ejemplo, ante las recetas para ser millonario que pasan por las privaciones, el esfuerzo y la competencia, él sugiere como camino válido: «casarse con una vieja rica» («La vida gratis», L. P., 1 de enero de 1913). Estados Unidos es calificado de país de maquinaciones portentosas, en el cual los opulentos señores forman legión y «donde ocurre todo lo original y lo pasmoso» («Las mujeres que callan», L. P., 12 de diciembre de 1912). Sin embargo, Yerovi reivindica los fueros del artista libertario, y su animadversión ante los banqueros (metonimia del lucro comercial) es constante.

Por otro lado, la imagen de la mujer moderna representada por el extremismo de las sufragistas inglesas asusta al periodista. Ante esas justas luchas políticas del feminismo social, Yerovi se refugia en la ambivalente ironía patriarcal. Traza una oposición entre la mujer latina y la mujer sajona; la mujer latina mediante influencias sobre el marido consigue lo que le hace falta y no requiere de derechos políticos ni ejercicio de la ciudadanía. En esta posición tradicional pervive una visión que reduce a la mujer a un conjunto de atributos y funciones para el solaz del varón. El divorcio como una práctica social que avanza en el mundo también merece comentarios enconados.

En 1914, Yerovi viaja hacia Buenos Aires para probar suerte como dramaturgo, ya que la escena limeña estaba dominada por empresarios que daban prioridad a las piezas extranjeras. En Buenos Aires presenta con relativo éxito La gente loca y La casa de tantos, se reencuentra con el caricaturista peruano Málaga Grenet y colabora con algunas revistas del medio. Paralelamente, Yerovi envía de forma regular sus artículos sobre su experiencia bonaerense a La Prensa y a Variedades. La imagen de la capital argentina incide en los signos de la acelerada modernización urbana (amplias avenidas, policías de tránsito, ordenamiento de la circulación vehicular, altos edificios, difusión del ascensor, expansión del comercio y del cine), el carácter cosmopolita (los extranjeros sobrepasan en número a los nacionales y hay una babel lingüística) y las conductas más desenvueltas y modernas de la mujer bonaerense. La ciudad lluviosa también se caracteriza porque la gente camina veloz y constantemente hacia diversos destinos y por la eficiencia de sus servicios públicos urbanísticos.

6. Las formas y el lenguaje del periodista

La prosa periodística de Yerovi posee las mismas cualidades que sus letrillas políticas: estilo directo, abierta subjetividad, perspectiva crítica, humor e ironía, repentismo, flexibilidad, agilidad y velocidad. Sus picantes artículos que combinan acertadamente narración, diálogos y descripción contribuían a marcar la agenda política y cultural de la época. Existe una exacerbada conciencia del oficio; por ello, varios artículos tienen como tema la propia escritura del periodismo.

En los textos de Yerovi se siente el capital lingüístico sedimentado, pero también la innovación, el incesante bullir de la lengua. Por ello, sus artículos ofrecen acuñaciones propias, neologismos, extranjerismos, convivencia de habla culta y popular. La escritura de Yerovi expresa como ningún otro escritor del periodo no sólo la voz compleja del pueblo sino sus amarguras y deseos, su libertad e imitación en la fiesta del lenguaje.

Este «desconocido gastatinta» que «husmea los vientos» —como él mismo se calificó— es uno de los fundadores del moderno periodismo peruano y un significativo actor de la República Aristocrática que construyó una posición compleja y ambivalente en oposición a la elite civilista, pero también distanciada del emergente movimiento social de masas. Por ello, la importancia de su lectura en el afán de reconstruir las tradiciones plurales de nuestra modernidad.

* * *


Notas

* Estudio preliminar del tomo II de Leonidas N. Yerovi. Obra Completa. Edición, estudio preliminar y notas de Marcel Velázquez Castro. 3 tomos. Lima: Fondo Editorial del Congreso de la República, 2005-2006.

1 Por medio de All American Cables llegaban servicios de Associated Press (esta última en exclusividad para El Comercio). Por la empresa West Coast, los servicios de Reuter, Havas y otras menores, que publicaba La Prensa. Los despachos llegaban en inglés y francés, e inmediatamente eran traducidos en Lima. Mariátegui se inició como traductor de cables (información proporcionada por Juan Gargurevich).


Bibliografía

Gargurevich, Juan
1991    Historia de la prensa peruana. 1594-1990. Lima, Ediciones La Voz.
2000    La prensa sensacionalista en el Perú. Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.


© 2006, Marcel Velázquez Castro
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Para citar este documento:
Velázquez Castro, Marcel: «Gastatinta que husmea los vientos: Leonidas N. Yerovi y los rituales del periodismo moderno», en Ciberayllu [en línea]


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