Intelectuales peruanas de la generación de José Carlos Mariátegui

... quienes las sigan y comparen verán surgir extrañas figuras...

[Ciberayllu]

Cecilia Bustamante

 

José Carlos Mariátegui vivió apenas 35 años.� Nació en Moquegua el 14 de Junio de 1894 y murió en Lima el 16 de Abril de� 1930. Su vida y su obra dejaron, sin embargo, una huella de proyección en la historia de las ideas del Perú y de América Latina.

«Mi pensamiento y mi vida son un solo proceso... he escrito con mi sangre... Mis apreciaciones se nutren� de mis ideales, mi sentimiento y mis pasiones», nos dice en el breve prólogo a su obra fundamental: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928).� Su pensamiento e ideales sobre la realidad que trató de discernir y las ideas peruanistas que persiguió cohesionar, se han convertido en elemento central de nuestra discusión sobre la identidad nacional.

La filosofía social de Mariátegui ha influido desde entonces en varias generaciones no sólo peruanas y se hace conocimiento imprescindible para analizar el fenómeno de la cultura peruana y otros aspectos de nuestra sociedad dentro de lineamientos acordes a las relaciones del mundo contemporáneo.

Mariátegui sintió al Perú como un país que atravesaba momentos claves en la búsqueda de su conciencia nacional, urgido de «peruanización».� Trató de contribuir a este proceso iniciando un movimiento integrador esencialmente peruano.� Mariátegui es como intelectual, un ideólogo que demanda cambios en la conciencia de la comunidad. Un intelectual que al no aceptar el estado de cosas de la sociedad de su tiempo, declara su descontento y procede a tratar de definir las características de esa sociedad, analizarlas y propiciar un enjuiciamiento de los valores sociales y culturales de la época.

Incita a sus contemporáneos a una labor de redefinición, principalmente desde la tribuna de su revista Amauta (1926-1930), cuyo papel político y artístico —dentro de pautas marxistas y un nacionalismo cultural— fue muy importante entre los artistas e intelectuales de la vanguardia1. En sus páginas se generaron algunas polémicas sobre temas que produjeron entonces o después, el nacimiento de corrientes definidas dentro de la cultura peruana, especialmente en la literatura y las artes plásticas. En su corta vida, José Carlos Mariátegui cambió los rumbos políticos del país. En el año 1928 fundó el Partido Socialista Peruano, que concita la crítica de la III Internacional.� Es después de su muerte que se funda el Partido Comunista en 1930.

La organización y concientización de los trabajadores constituyó parte de su acción.� Fundó la Confederación Nacional de Trabajadores del Perú (CGTP) y el diario Labor. Mariátegui se inicia en la vida literaria muy temprano, en el grupo «Colónida» del escritor Abraham Valdelomar, un movimiento más bien de tendencia esteticista y decadente (1910-1916), que publicó la revista del mismo nombre.� Antes de su definición marxista, su pensamiento sigue al de Manuel González Prada (1848-1918), iniciador del Modernismo en la literatura peruana y también de una corriente a favor de los problemas del indio.� González Prada estuvo influenciado por el Positivismo y por Renán, fue radical anticlerical, denunciador del clero y del Estado.� Al llegar a los 20 años es evidente en el Perú la convergencia de la actividad intelectual y la actividad ideológica.

En 1928, Mariátegui, en sus Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana, clasifica a la literatura peruana de ser «una indigerible miscelánea de la literatura española» y al movimiento «Colónida» lo caracteriza como movimiento de protesta, mas no de afirmación.� Con «raíces que son débiles herederas de la Conquista� y sin lazos con el pueblo... no podían estar capacitados (por lo tanto ) para interpretar la ardua tarea de un nuevo Perú.» Anota también que el Perú es hijo de la Conquista y una creación de la sierra y que este antagonismo se encuentra latente como un factor decisivo en la vida peruana.� De lo cual se infiere que en su solución radica la redefinición de nuestra identidad, viendo al indio « como su fundamento histórico

Data de esa época el nacimiento de los dos partidos políticos más importantes de nuestra escena política.� El APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) se fundó en México en 1924 por otro importante ideólogo peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre.� Y el Partido Socialista, como ya dijimos, en 1928.

Los años 30 se caracterizan por el surgimiento del populismo que contribuye a acentuar el creciente conflicto entre la vieja oligarquía terrateniente� que había afirmado su poder político y económico entre1880-1919.� Las nacientes industrias del azúcar, la minería, el algodón, se ven sacudidas por el impacto organizativo de los trabajadores y sindicalitas.� A ellos se suman los efectos de la depresión económica de 1929. Los intelectuales adoptaron en su mayoría posiciones de crítica y de vanguardia, impulsados por sentimientos mas bien nacionalistas.� A muchos de ellos, sus ideas y posición les significaron la persecución, la prisión o el destierro de parte de regímenes autoritarios.

El Indigenismo que se define en la Literatura y las Artes Plásticas, describe en sus creaciones la situación del indio y una amplia denuncia de este problema al señalar los culpables vínculos de las instituciones sociales, políticas y religiosas con la inhumana situación en que se encontraba la raza indígena.� Su� mensaje es una convocación al cambio para la afirmación de la identidad nacional, muchos de sus componentes estuvieron influenciados por la Revolución Mexicana, con algunos de cuyos representantes mantuvieron contacto.

¿Quiénes fueron y qué papel desempeñaron las mujeres intelectuales de esta época? Para hablar sobre ellas tenemos que «seguirlas y compararlas» para ver surgir� «las extrañas figuras» de que nos habla Novalis. Algunas de sus características resultan recurrentes.� Las unió, por ejemplo, un actitud de denuncia audaz y precursora.� Su crítica social fue profunda cuando se aventuró a tocar temas tabú� con sus vidas y su obra, en una sociedad tradicional y conservadora como la peruana. Todas ellas fueron sometidas a una crítica desaprensiva de su obra creadora, a la intimidación y represión aplicadas sutilmente por una sociedad caracterizada por su discriminación hacia la mujer, la hipocresía de la censura católica� y la idea de la mujer artista liberada era inaceptable.� Ninguna de ellas cedió en su posición de recuperación y, en este caso, revalorización de nuestra cultura andina y� la importancia del arte popular. Su pensamiento y obra creadora fueron consistentes y son la vertiente de la cual descienden� y nutren� desde entonces� las mujeres intelectuales y artistas� hasta� fines del� siglo XX� habiendo contribuido abierta y militantemente a la larga tarea de la definición de nuestra identidad nacional convocada por el Amauta.

La mujer peruana no ha disfrutado de plenos derechos� a la educación, ni ha participado políticamente, hasta bien entrado el siglo XX.� Su nivel de profesionalización, por lo tanto, es muy inferior al de Chile, Argentina, Uruguay, donde hubo una actitud más progresista hacia su educación, lo que les permitió en consecuencia demandar su participación política concreta e iniciar la defensa de sus derechos, entre ellos� el del voto que Magda� Portal incorpora en los años 30 como bandera de lucha y que sin duda es el germen de la desconfianza del APRA hacia esta líder demasiado independiente que acabará siendo expulsada de dicha organización.

La presencia de la mujer en la cultura peruana se da esporádicamente en la novela, el ensayo, en la poesía de salón que poco a poco avanza hacia la de denuncia.� En la vida política� su participación ha sido casi suicida y hasta desconcertante.� El análisis de su tendencia al� radicalismo ideológico y su participación algunas décadas después, en extremismo y violencia,� no caracteriza solamente a la participación de la mujer peruana en el proceso de cambio social y político sino también a mujeres de otros países. Tema de otro trabajo mío (1977) sobre las estructuras de violencia en el lenguaje como punto de partida cuyo esbozo de su pauta teórica fue publicado� aplicada al caso específico de un autor argentino (v. «Pour une typologie de la violence», con Julio Ortega, Revista L'Arc, No. 80, Aix-Provence, France, 1982).

En las páginas siguientes intentaremos ahora una aproximación a estas excepcionales artistas y escritoras cuya tradición de audacia y valentía se puede remontar a la herencia de Micaela Bastidas, la rebelde esposa de Túpac Amaru. Ella desmiente en el siglo XVIII, con su estoicismo y fidelidad a la causa indígena rebelde, el estereotipo de cobardía y servilismo, de pasividad de la mujer de nuestra raza.� Estereotipo promovido en parte por lo que Mariátegui calificó de «literatura colonial»2.

�La condición social de la mujer peruana ya había sido criticada en 1833 por la precursora del socialismo, la franco-peruana Flora Tristán y Moscoso (1803-1844) —a quien estoy vinculada por línea materna. (C.B.: Flora Tristán: A Woman of Vision. Paul Gauguin's Astonishing Grandmother, Forerunner of Feminism & Worker's Organization ISBN 0-944181-00-7.) Sus observaciones sobre la mujer en la sociedad peruana quedan registradas en su obra Peregrinaciones de una Paria� (ed. en francés, 1838. ed. en español, 1946).

Describe allí las condiciones que apenas a mediados del siglo XX empezaron a cambiar.� Aún hoy, la idiosincrasia femenina limeña, la mentalidad y conducta de las mujeres de clase media y de la alta burguesía peruana, son profundamente conservadoras y sus pautas penetran también la conducta social� y política de la mujer de las clases menos favorecidas. Las primeras lo son� por conservar sus privilegios de clase y raza, las otras por protegerse y por temor de abandonar� tradiciones de su otra realidad provinciana, andina, que les dan algo de seguridad, protección, cohesión, en una sociedad básicamente injusta hacia lo andino.3

Flora Tristán escribe: «... en el Perú la alta clase está profundamente corrompida, por satisfacer el afán de lucro, el amor al poder y las demás pasiones, su egoísmo los lleva a las tentativas más antisociales... el embrutecimiento del pueblo es extremo... y da vida a la inmoralidad de las altas clases».4

Visitó el Perú en 1833 y recorrió a lomo de bestia el camino de Lima a� Arequipa (750 Km.), la ciudad natal de su padre, a donde llegó trayendo en su largo viaje a su pequeño nieto Paul Gauguin de compañía; desembarcan en Islay en busca de su herencia que era ingente dada la elevada posición política y social de su familia.� Su tío Pío Tristán fue efímero Virrey del Perú, poco antes de iniciarse la República., y fue fracasado candidato� a la primera Presidencia.� Su herencia le fue negada a Flora por su condición de hija natural pero, con característica conducta, sus parientes en la capital de la colonia española y en la aristocrática ciudad de su familia, la acogieron al mismo tiempo con fineza y mezquindad.

En Peregrinaciones de una Paria publicó sus opiniones descarnadas sobre esa realidad teñida por las múltiples manifestaciones de su paternalismo y jerarquías sociales inflexibles.� Flora nos dice que� «Lima es una ciudad muy sensual.� Las costumbres se han formado bajo la influencia de otras instituciones.� El espíritu y la belleza se disputan el imperio... los sentimientos generosos y las virtudes privadas no pueden nacer cuando se sabe que a nada conducen y la instrucción primaria no está lo bastante desarrollada como para que las altas clases puedan temer mucho a la libertad de prensa».5

Hoy, siglo y medio después, del total de analfabetos que hay en el Perú, cerca del 70% son mujeres y sólo recientemente para las Elecciones Presidenciales de 1980, le fue concedido el voto al analfabeto, gracias en parte a la presión de escasas mujeres con percepción política que participan en la política esta ultima década.

Esta notable precursora del feminismo y el socialismo fue una paria en su tiempo.� Su genio y carácter indómito hicieron de su vida una acción apasionada que conoció la admiración de sus más ilustres contemporáneos en Francia.� Y la diatriba y el ensañamiento del resto. La animaban una visión precursora y una profunda� conciencia del sufrimiento y la injusticia, especialmente hacia la mujer y los trabajadores.� Escribió: «mi patria es el Universo y mis compatriotas, todos los hombres del mundo».

Paradójicamente ella no es todo lo conocida que debiera ser entre las mujeres feministas y liberacionistas y, lo que es más desconcertante, tampoco entre las intelectuales.� Para definir su dimensión señalemos que es ella quien primero enuncia la necesidad de organizar las fuerzas trabajadoras el 13 de Febrero de 1843.� Antes que Karl Marx y Federico Engels lo hubieran convocado en el Manifiesto Comunista. Ambos se ven comprometidos a hacer su defensa en la obra La sagrada familia (1844),� cuando dicen: «... en la proposición de Flora Tristán es donde por primera vez encontramos esta afirmación (la necesidad de la organización de los trabajadores): ella pidió lo mismo y su insolencia al haberse atrevido a adelantarse a la ‘crítica crítica’ es lo que le significó ser tratada de' canaille' ».6

Ella murió en Burdeos agotada por la lucha y en la pobreza, el 14 de Noviembre de 1844. Los obreros le erigieron más tarde con su contribución voluntaria, un monumento en forma de columna trunca en dicha ciudad. Pensamos que en cualquier proyecto de reivindicación social de la mujer feminista o revolucionaria, éste pierde mucha validez y perspectiva histórica si no establece su enlace con el pensamiento emancipatorio y precursor de Flora Tristán y Moscoso.� Su visión revolucionaria y utópica forma parte de la herencia cultural de las escritoras peruanas quienes, en uno u otro momento de su desarrollo intelectual o participación política, han escrito su valoración personal de la figura de Flora Tristán7.

Las escritoras peruanas, aunque escasas en número en comparación con los hombres, son y han sido elemento captador de las necesidades de esa minoría� a la que pertenecen; además, su contribución se agranda y se equipara por su desafío a las convenciones de una inflexible sociedad cortesana y a la autoridad del poder político establecido. Silenciadas, anatemizadas por la sociedad y sus instituciones y también por los críticos del status-quo, el oficialismo cultural, su acción y obra creadora no puede dejar de emerger casi como extrañas figuras cuando nos acercamos a la cultura peruana.8

Clorinda Matto de Turner (1854-1909) y Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909) son dos novelistas que iniciaron en su obra la denuncia por la situación injusta de los indígenas.� La primera perteneció espiritualmente al grupo del 86, o sea, la generación de González Prada.� Es ella quien inicia la temática indígena en la novela9, cuya máxima expresión de esta tendencia se dará más tarde en la obra novelística que gira en el mundo mestizo de Ciro Alegría y José María Arguedas.

Thomas M. Davies, Jr. Dice, al referirse a la obra de esta escritora: «la influencia de González Prada se demuestra en el indigenismo y anticlericalismo de Clorinda Matto de Turner y en su análisis de los explotadores de los indios... utiliza la trilogía de la explotación... el cura, el gobierno y el cobrador de impuestos».10

Mercedes Cabello de Carbonera pidió «la verdad sin convencionalismos e imposiciones»� y su crítica social inaugura el naturalismo literario en el Perú.� La publicación de su obra le significó a ambas escritoras el ostracismo y el anatema.� Cuando el crítico Luis Alberto Sánchez se refiere a una «cierta evasión» de parte de los «colónidos» respecto a temas tabú como religión, sexo, problemas sociales de su tiempo -, la atribuye a que nadie quería repetir la amarga historia de las señoras Cabello de Carbonera y Matto de Turner en quienes , «por su audacia, se ejercitó sin piedad� la vindicta burocrática, conocida con el nombre de opinión publica»11. Nuestras dos escritoras «concuerdan en una exposición crítica del sistema político existente y por medio de dramáticas apelaciones, confirman los vicios de una sociedad vana, sin una base moral o ética», opina John C. Miller12.

Luego de haber sufrido estoicamente «la vindicta publica», Clorinda Matto de Turner se refugió en Buenos Aires, habiendo recibido la excomunión de la Iglesia Católica Romana, y murió insconspicuamente en 1909.� Mercedes Cabello de Carbonera fue ridiculizada e insultada� por sus contemporáneos: Juan de Arona la llamó por escrito «Mercedes caballo de cabrón era». Pero no había una voz feminista� y colectiva aún que recogiera el guante. Cabello de Carbonera vio finalmente afectada su estabilidad mental y murió sola en un sanatorio de Lima La Horrible, como la anatemizara a su vez, nuestro compatriota el discriminado poeta surrealista César Moro, al fechar uno de sus poemas en 1949.

Estos son los antecedentes sin duda incompletos que prosiguen su germinación en las generaciones siguientes.� La corriente indigenista se acentúa en época de Mariátegui, evidente en las artes plásticas que describen ahora el mundo andino y sus personajes hasta entonces ausentes de nuestro panorama cultural y estético.� Si les faltó, como sostienen algunos críticos, formación técnica y un mayor conocimientos de los problemas económicos y políticos del país, llevaron� con decisión a nuestro arte las imágenes de nuestro mundo mestizo y nativo.� Ellos colaboraron valiosamente en la búsqueda de una visión integral de lo peruano.

����������� César Arróspide de la Flor nos dice que «es un movimiento suscitado en lo político y lo social por Mariátegui, que le dio con la plástica y la música rostro sensible a la literatura, es un caso evidente del compromiso de una generación con su contexto humano...»13 El indio marginado y los valores de su tradición cultural emergieron al primer� plano de la preocupación y análisis de los intelectuales y artistas. Dirigido por José Sabogal (1888-1956), este grupo de artistas contó con varias mujeres entre sus miembros.� Julia Codesido, Teresa Carvallo, Leonor Vinatea Cantuarias, Carlota Carvallo de Núñez, Alicia Bustamante Vernal, Carmen Saco, las hermanas Izcue, entre otras.

����������� Fue Sabogal quien escogió para la Revista de Mariátegui el nombre de «Amauta», voz kechua que quiere decir «maestro» (y que en el Perú se ha hecho sinónimo de Mariátegui).� Sabogal y sus discípulos ilustraron frecuentemente las páginas e «Amauta».� Para que esta corriente en las artes plásticas encontrara su rumbo había sucedido en 1916 una acalorada polémica entre Valdelomar, Mariátegui y el pintor académico Teófilo Castillo.� Se discutió la validez de la pintura académica en un medio como el peruano y las posibilidades de una posición renovadora en la plástica.� Los resultados fueron positivos pues maduró de ello el Indigenismo como un estado de mente y de conciencia, relacionado a una corriente social e ideológica.

Las artes plásticas seguían siendo europeizantes hasta después de los años 20 siguiendo la huella de Ingres y Delacroix. Es Sabogal quien inicia «la emancipación plástica».� Fue Director de la Escuela de Bellas Artes en 1932 y con Julia Codesido, Teresa Carvallo y Alicia Bustamante V., fundaron el «Instituto de Arte Peruano». Auspiciados por el historiador Luis E. Valcárcel, fundador del Museo de la Cultura Peruana y del Museo de Arte Popular Peruano, realizaron activa labor de investigación de las artes populares por todo el territorio nacional14.

Los pintores indigenistas trabajaron en coordinación con los escritores, desarrollando proyectos y encuentros.� En la Peña «Pancho Fierro», fundada (c. 1938)� por las hermanas Alicia y Celia Bustamante Vernal, se concentró en adelante y por más de un cuarto de siglo, lo más importante del mundo cultural peruano, la vanguardia de su pensamiento creador.

Muchas jóvenes inquietudes fueron auspiciadas allí, con mayor generosidad y perspicacia que la de los críticos oficiales de entonces.� Este grupo de artistas y escritores vive e interpreta un medio que Mariano Picón Salas en 1935 calificó con acierto como el «tumultuoso misterio sobre el que habíamos dormido, donde en las sombras de la amanerada y perezosa corte peruana del siglo XVIII, se descubre de pronto que todavía existen indios... se ve aparecer sus rostros venidos del fondo de América, de la oscura matriz de nuestra existencia colectiva»15.

Y continúa:� «la inercia de una oligarquía irresponsable y ociosa observa la tempestad que viene, el deseo de iniciar otra historia... pero el Perú no es aun un país nuevo... parece penar la tragedia que le significó la Conquista»16. Y sobre Lima: «la limeña, arquetipo de su cultura... Lima es más épica que lírica, ciudad lunar, sigue siendo el elemento femenino de la historia peruana... la crítica revolucionaria del Perú ha procesado a Lima precisamente por aquello que es el encanto de los turistas».17

Y con aguda visión describe la raigambre nacionalista que podría tener el cambio político que se materializaría más de treinta años después: «grupos revolucionarios [...] buscan inspiración en el colectivismo de los Incas[...] destruirían la estatua de Pizarro para erigir la de Túpac Amaru...»18

A esta Lima tradicional ya conmovida por la demanda� popular la escritora puertorriqueña Concha Meléndez (1904-), evoca en su libro Entrada al Perú �y al pequeño grupo de artistas continuadores de Mariátegui que se concentraban en la Peña «Pancho Fierro».� «Es un sitio de reunión de las gentes de letras y arte en Lima... dirigida por dos muchachas� jóvenes e inteligentes, conocí allí a Xavier Abril, Emilio Adolfo Westphalen, Peña Barrenechea, Alberto Tauro, Martín Adán, José María Arguedas, José Sabogal pintó el retrato de las dos hermanas en grupo...»19.� Y sobre el marginal poeta César Moro, amigo de André Breton y signatario del Manifiesto Surrealista, observó que «sus exigencias en el gusto... lo hacen desdeñoso y desarraigado de Lima»20.

Entre las activistas peruanas de la época de José� Carlos Mariátegui una de las personalidades más inquietantes es la de Dora Mayer (1868-1959).� Poseedora de una inteligencia abierta a los problemas del país —sin haber sido peruana de nacimiento— demostró perspicacia y originalidad de pensamiento al analizarlos.� Con Joaquín Capelo (1852-1928) y Pedro Zulén (1889-1925) fundaron la «Asociación Pro-Indígena,» la «Sociedad Nacionalista» y el diario La Autonomía.21

Dora Mayer , en opinión de Mariátegui,� poseía un� idealismo práctico y la reconoce como el motor de la «Asociación Pro-Indígena». Ella define así lo que ésta era: «Significa para los historiadores lo que Mariátegui cree es un experimento de redención de la raza indígena [...] [también] por medios legales busca servir como abogada en sus reclamos contra el Gobierno... cien años después de la proclamación de la Independencia del Perú, la conciencia de los gobernantes, los gamonales22, la clerecía y el público educado y semi-educado continuó desatendiendo sus responsabilidades hacia un pueblo que merecía no sólo la liberación filantrópica del tratamiento inhumano [...] el patriotismo peruano tenía una deuda de honor nacional, porque la raza inca había perdido el respeto de su propio país y de otros países...»23.

Su mejor logro, reconoce Mariátegui, es la influencia que tuvo en el despertar de la raza indígena: «Lo que debía suceder estaba sucediendo, los indios mismos estaban aprendiendo a hacerlo sin la protección de los de afuera y encontraban nuevos modos de formular sus quejas...»24. Dora Mayer no fue comprendida� por sus contemporáneos que se vieron excedidos por la audacia de sus percepciones.� Detestó el fanatismo y se opuso a los dirigentes.� Sus observaciones sobre las personalidades políticas de su tiempo, fueron descarnadas.� Igualmente sobre los dirigentes de la Iglesia Católica y su papel en la vida de la comunidad. Sus opiniones despertaron contra ella también el desprestigio personal,� una cerrada censura y la desaparición de su obra.

Como sus antecesoras, no cedió y mas bien ratificó con más escritos su escepticismo en la política, en los dirigentes.� En su ensayo titulado El desarrollo de las ideas de avanzada en el Perú (1934) sostiene, entre otras ideas, que se teme al cambio porque «un régimen de izquierda sería más salvaje que el de las derechas hipócritas y refinadas».� Al vanguardismo anticlerical lo acusa de estar conformado por «los nuevos truhanes», y agrega: «el mundo ideal del vanguardismo se reduce a un sistema económico y las promesas de la Tercera Internacional constituyen fantasmagorías no menores que las visiones del cielo católico»25.

Criticó también a Mariátegui, con quien estuvo en desacuerdo en sus nociones sobre lo peruano y lo indio. Fue implacable al denunciar al APRA, primer partido político de importancia del Perú y lo acusó de ser «un círculo de vanguardias de todos los colores, principalmente de la clase proletaria y media».� Le respondió una campaña de desprestigio y silenciamiento �a sus escritos.� Si se hubiera iniciado entonces alguna polémica, si ella hubiera enunciado sus alternativas, hubiera sido un momento interesante en que los dos ideólogos más destacados de la época hubieran polemizado� con una mujer.

La Mayer publicó temerariamente su ensayo titulado El Oncenio de Leguía (1932), en el que fustiga los empréstitos de ese gobierno, la inflación y también a Mariátegui «por estar sembrando el comunismo en las factorías y aldeas», a los que «deificaron al dictador qu esta vendiendo al país» y los previene de que «... es el peor de los síntomas cuando (sucede) la deificación de algún hombre. En el grado en que enaltece demasiado a un miembro de la comunidad, tienen que rebajarse los demás»26.

Se adelantó en denunciar hace casi medio siglo la penetración cultural de nuestro país por los medios de comunicación. «Las potencias económicas extranjeras... que influyen en el pensamiento entero de la población... imponiéndoles la necesidad de objetos materiales... haciendo desaparecer intereses más nacionales»27.

Critica la política interna y la política exterior. Destaca que el Perú no es� una potencia política internacional y� señala que «nuestra raza es megalómana e imprudente y una mente de material inconsistente».� Al movimiento indigenista no le tiene confianza porque «para esos literatos dicha raza significa una mina inagotable de lirismos ociosos, excepto cuando se trata de un escaso número de intelectuales amantes de la estirpe auténtica de la patria... «Anhelaba la restauración del «valioso comunismo de nuestros primeros padres americanos» y llama a nuestros más influyentes ideólogos� —Haya de la Torre y Mariátegui— «peligrosos cachorros.» (Me pregunto si de allí vendría el apodo de «El Cachorro» para el lider aprista Manuel Seoane.)

En 1940 publicó El valor de la raza indígena y en 1950 Estudios sociológicos de la actualidad. El pensamiento de la Mayer no ha sido debidamente analizado.� Su obra se halla desperdigada, inédita, descartada en verdad.� Asoman en sus escritos ciertos rasgos de anarquismo, en lo éste presupone el cuestionamiento del poder y de los sistemas políticos.� No heredó el socialismo utópico de Flora Tristán, sino que anhelaba el de los Incas28.

Sus opiniones nofueron confrontadas en su tiempo con la debida discusión, ni sus posibles contradicciones aclaradas. Se la rodeó del más absoluto silencio, por haber cuestionado a los dos sectores ideológicos� nacientes en el país y publicado su crítica contra el poder político existente (el dictador Leguía)� No tenemos mayores datos personales sobre la Mayer: sabemos que se refugió en la revista Oriental, publicada por la colonia china, a la que quedó vinculada por su trabajo y supuesta relación sentimental con Pedro Zulén, que era de origen chino.� Se escudó en el seudónimo y se la condenó al desconocimiento de su obra y personalidad de parte de las generaciones posteriores29.

Magda Portal (1901) es el ejemplo viviente en lo que va del siglo XX en el Perú, del papel y riesgos de una escritora en una sociedad tradicional.� Dice de ella Mariátegui en sus Siete ensayos: «... no está teñda de la decadencia de los 900, es la voz de� la mujer que vive apasionada, intensamente... atormentada por la verdad y la esperanza... su poesía es su verdad... su arte es la traducción total de las dos fuerzas que laceran e inspiran.� Algunas veces triunfa el principio de vida, otras el de muerte, ¿quién sabe de cuántos oscuros poderes, de cuántas conflictivas verdades está hecha un alma como la suya?»30.

Madga Portal quiso deslindar con su vida y su obra estas «conflictivas verdades» Su primera verdad es ser mujer. En La mujer nueva (1933) habla de nuestro sistema social como basado en la más flagrante desigualdad en que la mujer sufre «el despotismo, la humillación» y reconoce su impotencia para comprender su propia esclavitud a causa de su incultura, en medio de la que trata de «sustituir el conocimiento con la intuición natural y la razón con la fantasía»31.

Un cuarto de siglo más tarde el escritor Sebastián Salazar Bondy desarrolla esta misma observación en su obra Lima, la horrible: «El progreso social... se ha visto con frecuencia... detenido o desviado por el capricho femenino, ya que la limeña no obstante la licenciosa fama de la tapada, ha sido y continúa siendo el más sólido bastión� del conservadorismo y la más terca columna, en consecuencia, del mito virreinal... Su belleza e inteligencia están relacionadas a una aguda frivolidad... en el campo de la inteligencia... nunca fue educada para que su disposición intelectual se aplicara al arte o a la ciencia. Semianalfabeta durante el coloniaje sumariamente formada hoy mismo por la docencia improvisada católica, adorno de la casa... Las dotes de inteligencia de la mujer... son pues una vasta riqueza que algún día será convenientemente pulida y aprovechada»32.

Hay aspectos muy valiosos en la obra literaria de Magda Portal pero, como resultado de las pasiones políticas en que se vio envuelta, o del tradicional prejuicio contra la independencia creadora de la mujer y a causa de su protagonismo� político – no se ha hecho aun justicia cabal a esta escritora que es autora de libros de poesía, ensayo y también novela. En la III Interamerican Women Writers Conference, en la Universidad de Ottawa el 20 de mayo de 1978, en una Mesa Redonda con Martha Lynch, María Luisa Mendoza, Alicia Jurado, quien esto escribe� y el Prof. José Arrom, resucité con mi intervención el caso de Magda Portal, acogido de allí en adelante con admiración e interés académico. (C.B. Magda Portal's Truth and Hope, Austin, 1989. Inédito. v. Archivos 1950-90, que incluyen correspondencia con Madga Portal. En custodia de la Biblioteca de Estudios Latinoamericanos, Univ. de Texas en Austin, TX).

Algunos de sus títulos nos explican por qué eran destruidos por la policía y ella perseguida: América Latina contra el Imperialismo (1931). ¿Quiénes traicionaron al pueblo?(1950), La Trampa (1956). Por su actividad como miembro del Comité Ejecutivo Nacional del APRA, fue desterrada desde antes de los años 30. En sus varios exilios y persecuciones promovió la publicación de revistas, dictó conferencias, cohesionó intelectuales. Sus deportaciones la llevaron a México, Cuba, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Bolivia; fue apresada en Chile.� Cuando los vaivenes de las dictaduras aflojaban la represión, volvía clandestinamente al Perú siempre perseguida y su familia era objeto de represalias. Su madre� viuda, su hermana de 14 años y la única hija de Magda que tenía 5 meses apenas, fueron encarceladas en una ocasión.

Nos dice Magda Portal en una entrevista, que su madre siempre estuvo tácitamente de acuerdo con su rebeldía33. Magda había tomado parte en la fundación del Partido Aprista en México, y en 1931 se dedicó a organizar a las mujeres peruanas iniciando una campaña feminista acentuada en los años 33 y 34, exigiendo, como dije, también el derecho a voto para la mujer. En consecuencia fue apresada en noviembre de 1934, recluida con su bebe en una prisión común, ocasionando la protesta de muchos intelectuales de América Latina. Fue colaboradora de la Revista «Amauta» con poemas y ensayos (v. nos. 2,7,24 y 25) así como también acudía a las tertulias en casa de Mariátegui. Magda Portal se separó del APRA� por diferencias ideológicas en 1950. La crítica explícita en su acción y también en la publicación� de su novela La Trampa� le significó una devastadora campaña de desprestigio personal, ataques a su vida privada y el tradicional silenciamiento de su obra y personalidad para las generaciones jóvenes de entonces.

Con dramatismo y lucidez, sufre el doble desafío a su condición de mujer y creadora.� Actuó como sus antecesoras, sin miedo y con visión política cuando el Perú trataba de ingresar al siglo XX.� Mereció, ahora era su turno, el ensañmiento de una sociedad donde —como dice Salazar Bondy— «... no reina abierta crítica, sino el chisme maligno... donde el inconformismo, la denuncia ,la crítica del espíritu rebelde (puede) involucionar por lo general, hasta el conservadorismo...»34

Magda Portal sobrevive� en ostracismo y con sus derechos humanos conculcados en un país duro para con sus creadores, hostil y aniquilante para el espíritu innovador. Todavía participa en la vida política desde las escasas trincheras que puede encontrar.� También escribió un ensayo sobre la Tristán:� Flora Tristán, la Precursora (1944).� Sólo en los 80 consigo con ayuda de Violeta Correa que le fuese extendido un pasaporte peruano para que pudiera aceptar invitaciones a México y Estados Unidos.

El Prof. norteamericano Daniel Reedy opina que « debido al compromiso político, Magda Portal no ha recibido un análisis literario significativo... si se hubiera quedado en la plácida� 'soledad' de los primeros años (de escritora ) sin simpatizar nunca abiertamente con el dolor y degradación de sus compatriotas, hubiera recibido tal vez el reconocimiento que con justicia merece»35.

Hay otras mujeres que se hacen presentes con su colaboración en «Amauta» o participan en� las tertulias intelectuales de la casa de Mariátegui.� Entre ellas debe recordarse a:

Ángela Ramos (1903), que formó parte del más cercano círculo de Mariátegui. Su obra no ha sido debidamente reunida.� Es una escritora ingeniosa y una crítica mordaz.� Su actividad política también la llevó a la cárcel y ha sufrido discriminación a causa de sus ideas.

María Wiesse de Sabogal (?-1964) perteneció también al grupo «Amauta».� En 1919 publicó sus primer libro, tiene alrededor de treinta otros títulos, dirigió revistas y espacios radiales.� El crítico Alberto Escobar la califica como un «noble ejemplo de fe en los valores literarios y estéticos» 36.� Es autora de un libro sobre su esposo José Sabogal, el artista y el hombre y escribió, asimismo, una de las primeras biografías de José Carlos Mariátegui37.

Catalina Recavarren (1904), publicó poesía y un ensayo titulado Flora Tristán: la mujer mesiánica (1942).� De ella dice Luis Alberto Sánchez:� «En un país donde el humor es escaso, resulta doblemente exótico que quien lo derroche sea una mujer, cuya existencia ha sufrido los altibajos de un temperamento y una convicción profundos».38

Hay, por cierto otras escritoras de este tiempo, o más recientes, que de una u otra forma participan de esta tradición crítica de la sociedad tradicional.� Entre ellas, Adela Montesinos, autora de Arcos Hondos, obra poética publicada� póstumamente en 1973; y Emilia Romero, quien tradujo por primera vez al español a Flora Tristán, a quien rindiera homenaje en su ensayo Brillo y ceniza de Flora Tristán (1965).

Los años 20 fueron, pues, decisivos para la formación de la conciencia moderna del Perú.� Tanto por el nacimiento de los primeros partidos políticos organizados, como por el llamado a la recomposición social del país.� Un movimiento intelectual y creador se identifica entonces con las realidades del Perú.� Y ello sucede en un contexto definido críticamente por las proyecciones de la Revolución Mexicana, la Revolución Rusa, la Primera Guerra Mundial, la depresión económica de 1929.� En esta dinámica se da en el Perú el fenómeno Mariátegui con implicaciones que prometían un cambio en la percepción de nuestra realidad contemporánea.39

Algunas mujeres peruanas participaron en esta dinámica: eso es lo valioso y nos hace parte activa de nuestra historia. Su vida y su obra merecen más acuciosa investigación que ésta y esperamos que lo que escribo ahora, empujada por el� recuerdo y el afecto hacia ellas, y nacido en mis años adolescentes y curiosos que me llevaron a buscarlas a algunas de ellas o mirarlas de lejos. Las personalidades de estas mujeres despertaron en mí similar pasión por comprender a mi país.

Paradójicamente, comprobamos que existió contemporaneidad en algunas de ellas que conforman nuestro pasado, cierta contemporaneidad llamada visión, que hace resaltar el� anacronismo de muchas otras mujeres peruanas del presente.� Lo que sugiere que la conciencia sobre la participación en la vida nacional peruana, sigue siendo un conflicto arraigado en los valores de esta sociedad ahora en cambio, e internalizados dramáticamente por la mujer en largos años de sistemas autoritarios y de predominancia del machismo latinoamericano que la reducen a una situación de subordinación y dependencia mental que se manifiesta en el plano objetivo, en una falta de libertad de pensamiento y limitándola para la acción.

Formamos aún parte rezagada del proceso que se inició en el siglo XIX con el descubrimiento de la mujer y su papel en la nueva sociedad industrial – cuando se empezó a enjuiciar los valores y convencionalismos en que ella se definía.� La mujer peruana ha ingresado lenta y dramáticamente. Esbozando su fisonomía vemos que sus rasgos forman parte de nuestra historia cultural en la que persigue hasta hoy la máxima realidad de la conciencia y demanda una forma más digna de existir, una vía de sus� derechos humanos a su realización intelectual -, contribución que no se puede seguir escamoteando si se quiere obtener una vida mejor para nuestros pueblos.40

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Bibliografía

 

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CATALINA RECAVARREN (Lima, 1900)


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Vórtice-Vértice. Poemas. Lima.
La ronda en el patio redondo. Poemas. Lima,1941.
La mujer mesiánica: Flora Tristán. Ensayo. Lima, 1949.
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Chanfaina.  Poemas costumbristas. Lima, 1969.

 

MARIA WIESSE DE SABOGAL (Lima, 1892-1964)


José Marí Córdova  Ensayo biográfico. Lima,1924.
Croquis de viaje. Descripción y viaje a México. Maderas originales de José Sabogal.  Lima, Librería Francesa científica y casa editorial E. Roay, 1924.
Nocturnos, poemas. Maderas originales de José Sabogal. Cía. de Impresiones y Publicidad Enrique Bustamante Ballivián, 1933.
Quipus: relatos peruanos para niños. Maderas de J. Sabogal. Lima. Imprenta «La Voce d'Italia», 1936.
La romántica vida de Mariano Melgar. Lima. Taller Gráfico de P. Barrantes C., 1941.
Antología de la poesía amorosa peruana. Lima. Ediciones Hora del Hombre. 1946.
El mar y los piratas. Lima. E. Bustamante y Ballivián, 1947.
El niño, ese desconocido. Ensayo. Lima, 1949.
La flauta de Marsías (leyendas de música). Ilustrado con 14 tintas de José Sabogal. Lima, 1950.
Pequeñas historias. Cuentos. Lima, 1951.
El mensaje de la música.  Ensayo. Lima, 1952.
Linterna mágica. Cuentos. Lima. 1954.
José Sabogal, el artista y el hombre. Un retrato. Lima, 1957.
Vida del Perú y su pueblo. Ensayo, Lima, 1958.


Notas

1 Amauta destaca por la presentación simultánea de los productos artísticos y plásticos de la avant garde,así como por su adhesión editorial a la doctrina política del Marxismo-Leninismo.� Posiblemente ninguna otra revista peruana ha tenido el impacto de Amauta (David O. Wise. Amauta (1926-1930) A Critical Examination. Ph.D. Diss. University of Illinois at Urbana-Champaigne, Ill, 1978. p. C-1.)

2 Algunas características del desmontaje de este estereotipo las observa acertadamente el antropólogo peruano Enrique Mayer, cuando dice: «el surgimiento de conciencia étnica constituye realmente un 'problema'... que se traduce hacia afuera en demandas políticas y formas de presión ... la tenue identidad mestiza se ve continuamente erosionada.� Autodesprecio y subestimación son producto de las ideologías del mestizaje, algo que frecuentemente se expresa en el nivel cultural en el cinismo con que nosotros, los latinoamericanos, observamos a nuestras acciones.� En Surgimiento de una conciencia étnica ,América Indígena, XXXIX. No. 4, (1974), 433-6.

3 Ver observaciones y conducta de esta tendencia en el voto en Cecilia Bustamante: «La mujer peruana ante las elecciones de 1980», El País, Madrid, 20 de enero de 1980, p. 8.

4 Flora Tristán, Peregrinaciones de una Paria. Traducción de Emilia Romero, 2da. ed., Lima. Moncloa y Campodónico, 1971. pp. 485-486.

5 Ibíd. p. 37.

6 Karl Marx y Frederik Engels, Collected Works, vol. IV.� En esta sección, Engels analiza y cita un comentario de Edgard Bauer en Allegemeine Literature-Zeitung, Heft IV, de abril 1844, de la obra de Flora Tristán Union Ouvriere, París, 1843. International Publishers, New York, 1976, Chapter IV, p. 19.

7 « Una figura como la de Flora Tristán... mereció ser recordada por Marx y Engels, representa una personalidad excepcional, desprovista en su patria del ambiente político y cultural adecuado, está ligada mas bien al desarrollo del socialismo utópico francés.» Antonio Melis en José Carlos Mariátegui. Crítica Literaria, ensayo preliminar. Editorial Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1974.

8 Para algunas otras observaciones sobre los efectos de la política autoritaria en la obra creadora femenina , v. C.B.: «El poeta y su texto». Socialismo y Participación , No. 8, Setiembre, 1979. pp.108-110

9 «Alrededor de González Prada nace un movimiento intelectual que encuentra su expresión en la novela de Clorida Matto de Turner Aves sin Nido, nos dice Guiseppe Bellini en La protesta nel romanzo ispanoamericano del Novecento, Milán, Varese, Cisalpino, 1957. cap 1.

10 Thomas M. Davies, Jr., Indian Integration in Peru, a half century experience, 1900-1948. University of Nebraska Press, 1974. p. 41.

11 Luis Alberto Sánchez, La Literatura Peruana, derrotero para una historia cultural del Perú, 4ta. Ed. y definitiva, Lima, P.L. Villanueva, 5 vols.,1973-75, vol. 4, cap. IV. P.1311

12 John C. Miller, Clorinda Matto de Turner and Mercedes Cabello de Carbonera: Societal Criticism and Morality, in Yvette Miller y Chales M. Tatum (ed.) Latin American Women Writers:� Yesterday and Today (selected proceedings from the Conference of Women Writers from Latin America) Carnegie-Mellon University, Pittburgh, 1977. p. 25.

13 César Arróspide de la Flor, Cultura y Liberación, Lima. Instituto Nacional de Cultura del Perú, 1975, p. 187.

14 El historiador Luis E. Valcárcel del grupo «Resurgimiento» del Cuzco, perteneció al grupo de amigos de Mariátegui.� Había constantes abusos contra los indios ; con su grupo —en el que actuó notablemente Dora Mayer— adoptaron la defensa legal de ellos en sus pleitos contra los hacendados.� Existe correspondencia inédita de Valcárcel y Mariátegui en poder del Sr. Luis Pardo, en el Cuzco (entrevista de la autora con Valcárcel, Setiembe 29, Lima, 1976).

15 Mariano Picón Salas.� Un viaje� y seis retratos, estampas inconclusas de unviaje al Perú.Caracas. Asociación de Escritores Venezolanos, 1940. p. 18.

16 Ibid. p. 28.

17 Ibid. p. 39.

18 Ibid. p.48-51.

19 Concha Meléndez.� Entrada al Perú. La Habana, 1941.� pp. 48-49.

20 Ibid. p. 7.

21 Ciro Alegría reconoce que su primer contacto con el tema indigenista lo tuvo en el periódico La Autonomía, de Dora Mayer y Pedro Zulén.� Señala su deuda con JCM y agrega: «existen dos aspectos, uno de protesta y otro de rescate de la cultura».� Eduardo Urdanivia Bertarelli, en Para una nueva lectura de Ciro Alegría, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. Lima, Nov. 7-8.

22 Los antiguos terratenientes, señores de horca y cuchillo.

23 José Carlos Mariátegui, Siete Ensayos de la Realidad Peruana. Lima. Editorial Amauta, 1928.

24 Ibid. p. 26.

25 Dora Mayer, El desarrollo de las Ideas de avanzada en el Perú.� Callao. Tipografía Peña, 1934. p.14.

26 Dora Mayer. El Oncenio de Leguía, Callao. Tipografía Peña, 1932. p. 12.

27 Ibid. p. 19

28 «E n una situación pre-capitalista como la peruana, la difusión de las ideas socialistas europeas adquirió un matiz netamente anarquista, más bakunista y proudhoniano que marxista», observa pertinentemente Antonio Melis, op. cit., pp. 9-10.

29 Thomas T. Davies, Jr. anota que «gran parte de la legislación de la segunda década del siglo XX y principios de los 30, fue directamente influenciada por el grupo (Asociación Pro Indígena)... centro del movimiento indigenista.� En este rol desempeñó importante función en desarrollar la conciencia nacional especialmente sobre la condición de los indígenas... «Op. cit. pp. 55-5

30 José Carlos Mariátegui, op.cit. pp 263-4.

31 Magda Portal, Hacia la Mujer Nueva, Lima, 1933. p. 18.

32 Sebastián Salazar Bondy, Lima, la horrible. Lima, Peisa, 1975. pp. 79-80.

33 Esther Andrade y Ana María Portugal. Ser mujer en el Perú. Ediciones Mujer y Sautonomía. Lima, 1978. p. 212.

34 Sebastián Salazar Bondy op. cit. p..56.

35 Daniel R. Reedy. Madga Portal: Perú's voice of social protest. Revista de Estudios Hispánicos,IV: 1. Abril, 1970.� «Aspects of feminist movement.in Peruvian letters and politics» SECOLA Annals. Vol. IV March 1975. pp. 53-64.

36 Alberto Escobar. La narración en el Perú. Lima, Mejia Baca, 1960, 2da, ed. P. 278.

37 María Wiesse de Sabogal.� José Carlos Mariátegui:� etapas de su vida. Lima, Ediciones Hora del Hombre, 1945,2da, ed. Lima, Biblioteca Amauta, 1959.

38 Luis Alberto Sánchez. O. cit. p. 1502.

39 El historiador peruano Jorge Basadre indica en 1928 que el mensaje de esta generación era la preocupación social y agrega: «Esa generación iniciará seguramente en el Perú una lucha ideológica� mucho mas intensa, constante y trascendente que las luchas entre liberales y conservadores en 1822 y en 1855... Ella no ha inventado la emoción social, pero la ha sentido más profunda. La guerra europea ... alza de los productos de exportación, aceleran la introducción capitalista en el Perú, aumenta y se enraíza el capital yanqui». Atribuye el rol de introductores a JCM y� Luis E. Valcárcel. Del primero dice «trae la versión de la política europea y de una serie de problemas peruanos a través de la emoción social... Valcárcel es la versión serranista... ¿Tocará a esta generación... el rol de precursora, o dará la praxis realista y sagaz?» En Equivocaciones,� Lima, 1928. pp. 55-56.

40 Una versión previa de este trabajo fue presentada en la «Conference of Women Writers in the Twentieth Century», California State University at Dominguez Hills, Los Angeles, Ca., Marzo 23-25, 1979.


Escriba a la autora: © 2001, Cecilia Bustamante, bustam824@aol.com
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