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Aliteraciones y cacofonías

Víctor Hurtado Oviedo

He aquí una guía para perderse por entre las repeticiones:
por las buenas o por las malas.

 
 

ALITERACIONES

La aliteración es una figura retórica por la cual se repiten letras para lograr un sonido agradable o llamativo en los textos. La aliteración es una forma de arte; en cambio, la cacofonía repite sonidos sin intención estética. La cacofonía suele ser una repetición que el autor no advierte cuando escribe: «El director anunció la programación de la televisión».

Evitemos las cacofonías y practiquemos las aliteraciones. Pongamos algunos ejemplos de aliteraciones.

 

  1. Aliteración (repetición de sonidos en el inicio y en el interior de palabras próximas):

    «Franco, fiero, fiel, sin saña» (José Martí).

    «Claras horas de la mañana
    en que mil clarines de oro
    dicen la divina diana:
    Salve al celeste sol sonoro» (Rubén Darío).

    «un no sé qué que queda balbuciendo» (San Juan de la Cruz).
     
  2. Homotéleuton (repetición de sonidos en los finales de palabras cercanas o de frases próximas):

    «Las madamas, desde el ribazo, recogidas y sobrecogidas, miraban a la molinera» (Ramón del Valle-Inclán).

    «Se lo deja a ventura y desventura del trato y el timo» (Francisco Umbral).
     
  3. Paronomasia (proximidad de palabras de sonido similar):

    «Tardón en la mesa y abreviador en la misa» (Francisco de Quevedo).

    «Yo, tal estaba, di conmigo en el sueño y en el suelo» (Francisco de Quevedo).
     
  4. Fonosimbolismo o armonía imitativa (uso de palabras cuyos sonidos se parecen a las cosas descritas por esas mismas palabras). En el ejemplo de Garcilaso, la repetición de la s y de la u simula el vuelo de las abejas:

    «En el silencio sólo se escuchaba
    un susurro de abejas que sonaba» (Garcilaso de la Vega).
     
  5. Onomatopeya (invención de palabras que imitan voces de animales, ruidos, sonidos del ambiente, etc.):

    «Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
    monótono y aburrido.
    Tic-tic, el latido
    de un corazón de metal» (Antonio Machado).

    La vaca muge, el gato maúlla, el cuervo grazna, el pato parpa (estos verbos imitan las voces que emiten los respectivos animales).

 

CACOFONÍAS

Un secreto de escribir bien en prosa es evitar que se repitan sonidos demasiado evidentes. Estas repeticiones desagradables se llaman cacofonías. Suelen ser involuntarias.

La mejor forma de evitar cacofonías es leer el texto en voz alta para eliminar después las repeticiones de sonido que se detecten. Si hay cacofonías, pueden pasarse al plural palabras que incluyan sonidos repetidos (información > informaciones). Igualmente, pueden usarse sinónimos a fin de evitar cacofonías. Otro recurso es cambiar el orden de las palabras para que se distancien más los sonidos repetidos.

Hay varias formas de incurrir en cacofonías. Veamos algunas.

 

  1. Repeticiones en el inicio de palabras cercanas.
    «Fueron cuatro los concursantes que completaron las pruebas». (La letra q suena como una k ante la e: ke.)
     
  2. Repeticiones en el final de palabras cercanas. Tales repeticiones pueden ser consonantes (cuando repiten todas las letras contadas desde la vocal acentuada) o asonantes (cuando solo se repiten las vocales contadas desde la vocal acentuada).

    Ejemplos de repetición consonante (ión, aje):

    «Don León, en la puerta, hizo una cortés inclinación de cabeza, y, aceptando la invitación del señor Eusebio para sentarse ante él, se excusó por no haber acudido antes al Registro de Forasteros, pero estuvo a la espera de su caballo y paje de equipajes» (Álvaro Cunqueiro: Un hombre que se parecía a Orestes, novela).

    Ejemplo de repetición asonante (é-o):

    «El diario publicó el texto completo del acuerdo».

    Las repeticiones consonantes y asonantes se notan más cuando están antes de un signo de puntuación (, ; : .). El lector se detiene un poco en esos signos, y esta pequeña demora resalta una repetición (é-o,):

    «El ministro firmó el acuerdo, pero explicó que el documento, de cien páginas, será enviado al Congreso».

    Como vimos, para que haya cacofonía no es necesario que los finales de las palabras sean exactamente iguales (-ión, -ión, -ión): basta con que coincidan las últimas vocales y el acento en estas últimas vocales.

    «Yo miro esos libros» (hay cacofonía porque las vocales se repiten con los mismos acentos: í-o, í-o).

    «Juan miró esos libros» (no hay cacofonía porque, aunque el par de vocales es el mismo [i-o], la fuerza de la voz [el acento] ya no coincide: i-ó, í-o).
     
  3. Repetición excesiva de letras en cualquier parte de las palabras (comienzo, medio, final).

    En este ejemplo se producen sonidos desagradables por la repetición de las letras o, p, r, t:

    «[�] pareciéndoles que, más que de pastoril ingenio, parecían las razones y argumentos que para salir con su propósito los cuatro pastores habían propuesto» (Miguel de Cervantes: La Galatea, novela).
     
 

Comentario privado al autor: © 2000, Víctor Hurtado Oviedo, vhurtado@nacion.co.cr
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