Mensaje del kuraka

22 de julio de 1998
[Ciberayllu]
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Cuando uno regresa a Lima en julio, no importa desde dónde, uno se prepara mentalmente, y espera que la ropa gruesa se humedezca con la garúa (el adjetivo «persistente», que se le suele anteponer, es redundante). Los limeños, por esta época del año, están acostumbrados a no ver el sol por varias semanas a la vez, y sin el beneficio de la lluvia. Ciudad de clima absurdo, difícil de explicar a quienes están acostumbrados a estaciones, cambios de temperatura y regímenes pluviales. Estas cosas, todas, están mucho más allá del entendimiento de los limeños recalcitrantes, que se asombran del primer trueno, de la primera helada, de la primera nieve que les toca ver cuando salen de su ciudad.

Pero este julio ha recibido extrañamente a este kuraka. Dicen que los días antes de mi arribo, el clima de Lima estaba mostrando, por fin, lo que debe mostrar en julio, pues por casi dos años Lima sólo tuvo febrero, culpa de «El Niño», que pareciera fuera el niño de azotes, pues sirvió para culparlo de todo. (Me consta, porque el año pasado estuve por acá tres veces distintas, desde marzo hasta junio, y siempre fue febrero: la canícula más larga del siglo.)

Pero esta vez, desde que llegué hace cinco días, he visto asomarse al sol en cada uno de ellos, y no parece Lima en ninguna época que yo recuerde. Quizá sea abril, o setiembre, pero no julio. Vaya uno a saber: ¡ya ni el clima lo reconoce a uno después de tántos años de venir sólo por unas cuantas semanas cada vez!

Pero habrá que salir de Lima para ver si la peruanidad se acuerda de uno. Si hay algo que contar a los lectores, les será contado más tarde.

Y volviendo a lo nuestro, las últimas semanas han estado bastante pródigas con Ciberayllu, para beneplácito de nuestros lectores y tranquilidad de este kuraka. Tito Hurtado, el más... más de los autores en Ciberayllu, quiso que recordemos con él a Juan Gonzalo Rose, poeta peruano al que a algunos nos tocó conocer, con una breve nota y dos poemas del escritor ahora ausente. Desde el hermoso Puerto Rico, Antonio Bou nos envió un breve y juguetón cuento sobre Renzo el intérprete. Esperemos —lectores y kuraka— que este relato represente la primera entrega de varias salidas de su teclado, porque Antonio usa el lenguaje como sólo pareciera ser posible en el Caribe, rescatando mucho del idioma que todos tendemos a simplificar, y torciéndolo hasta hacerlo barroco.

Dos escritos, más bien largos, con sabor de historia, completan el manojo de novedades de estas semanas. Ketty Alejandrina Lis, poeta argentina que ya comparte con nosotros su poesía, nos ofrece esta vez una revisión histórica de la presencia de la mujer en la historia de la literatura. Y Domingo Martínez —es decir, el otro yo de este kuraka editor— ha completado por fin un trabajo sobre la increíble, alegre y triste historia de los gitanos en el mundo occidental.

Por último, hay una breve noticia sobre un libro importante de Rodrigo Montoya, incansable promotor y defensor de la cultura andina.

Por ahora, debo regresar a mis sagrados deberes vacacionales. Con su permiso...

22 de julio de 1998


Domingo Martínez Castilla
Kuraka editor de Ciberayllu
ciberayllu@www.andes.missouri.edu


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