Mensaje del kuraka

Primero de mayo del 2000
[Ciberayllu]
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Hay un dicho en inglés —ignorance is bliss, con un correspondiente más suave en castellano: «ojos que no ven, corazón que no siente»— que sugiere que la ignorancia no es cosa tan mala desde el punto de vista de quien la posee. Sólo al pensar en lo que implica, uno puede echar a andar los engranajes mentales y llegar a discusiones cuasi filosóficas sobre relativismo cultural (el buen salvaje), económico (la gente pobre no sufre si no tiene con quien comparar su pobreza), político (pan y circo para el pueblo, decían los romanos, racionalidad que tomaban, por ejemplo, quienes se oponían a la educación de las poblaciones indígenas americanas hasta hace algunas décadas) y hasta religioso (puede haber justos que crean en otros dioses, siempre y cuando no sepan nada de los míos). Para quienes detentan el poder (cultural, económico, político y religioso, respectivamente), la ignorancia es cosa buena, si es que es la de los demás.

Hay ignorancia por omisión de conocimiento, pero en otros casos hay ignorancias trabajadas con cuidado, pues es más que posible cultivar la ignorancia sin necesidad de silenciar la verdad: basta con inundar el medio de falsedades o medias verdades que, de tanto repetirlas, se convierten en axiomas en la mente de la gente, opacando con su volumen a las verdades verdaderas —¡cómo quieren que lo diga!— que pueden poner en peligro al poder. Las jerarquías religiosas, probablemente sin excepciones, siempre han puesto en práctica estos métodos, y lo hacen muy abiertamente: mantras, jaculatorias, himnos y rosarios son parte de las liturgias que caracterizan a cada religión. A las formas se les añade normalmente una serie de principios incontrovertibles que ningún creyente puede poner en duda, o a veces ni siquiera pretender entender, sin arriesgar castigos muy de este mundo, como el ostracismo religioso que, en la mayor parte de los lugares y épocas, conlleva también ignominia social y perjuicios económicos. Las religiones, por el lado positivo, suelen proporcionar al ser humano un conjunto de principios morales y normas de comportamiento que le dan ciertos niveles de seguridad y esperanza.

Pareciera que el autoritarismo, si no está basado en principios explícitamente religiosos, se esmera en utilizar esta combinación de liturgia y teología. Basta ver los ritos nazis, unidos con la creencia en la superioridad de la «raza aria»; o la estricta organización de las brigadas rojas y el culto a la personalidad. En lo económico, la última década ha visto al neoliberalismo y la globalización erigirse en creencias cuya validez muy poca gente se atrevía a poner en duda, a pesar de los pobres resultados que la liturgia de los «ajustes estructurales» ha tenido en la mayor parte de los países del mundo. Pero ya las voces disidentes —que siempre existieron— se escuchan mucho más, a pesar de no estar claras las alternativas. Empezamos a ver claramente dónde no está la salvación. Lo más probable es que no exista la solución perfecta que las religiones tratan de vendernos, pero eso no justifica la inmovilidad, pues la solidaridad y la decencia existen.

(Y el amor también existe, América Latina, aunque no esté de moda. ¡Que lindo si fuera cierto eso de «querer es poder»! Poder verte todos los días, poder quererte de cerca sin querer ningún poder. Poder despertar con tu voz y tus aromas y hundirme en tus noches cantando serenatas, aún más pasadas de moda. Poder querer.)

A lo nuestro: en el mes de abril, los nuevos trabajos que se añadieron a Ciberayllu incluyen la primera entrega en idioma portugués, gracias al poeta brasileño Floriano Martins, que nos envió una entrevista con Javier Sologuren, notable y universal poeta peruano. También apareció un comentario de Nelson Manrique sobre la situación política en el Perú autoritario y supuestamente electoral de estos días.

Abril ha sido también generoso con la literatura. «Madrugada» es un poema tranquilo y cadencioso de Ketty Alejandrina Lis, poeta argentina que regresa a nuestras páginas después de casi diez meses. Por su lado, Rocío Silva Santisteban, escritora peruana, nos ofrece esta vez una notable muestra de su narración: «Espantajo», un cuento donde una turbadora paz interrumpe el flujo normal de la violencia. Y casi cerrando el mes, el reconocido poeta peruano Carlos Henderson vuelve a nuestra páginas con «Palimpsesto» un poema de cuidadosa factura que es un diálogo con el gran Martín Adán.

Finalmente, hemos añadido una reseña sobre La vida ese paréntesis, disco donde Tania Libertad canta poemas de Mario Benedetti, musicalizados por Víctor Merino en variados estilos latinoamericanos.

Nos vemos en junio, amigos lectores.

(Una vez más, hacemos notar a nuestros lectores que desde marzo es posible llegar a la portada de Ciberayllu utilizando cualquiera de las siguientes direcciones: www.ciberayllu.org y www.ciberayllu.com.)

Domingo Martínez Castilla
Kuraka editor de Ciberayllu
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