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A tan pocos días de la votación, no queda más que esperar —de esperanza— que se combinen dos factores que permitan el retorno de algo de decencia a la política peruana. Por un lado, que la mayoría de los electores peruanos haya entendido la necesidad histórica de la alternancia en el poder político; y por otro lado, que de alguna manera no se le permita a los actuales gobernantes el fraude final en las urnas. (¿Cómo es que hacemos, querida América Latina, para llegar a estos callejones aparentemente sin salida? ¿Será cierto que tenemos las vidas y los gobiernos que nos merecemos? No, no puede ser. Quizá nuestra culpa sea más por omisión que por comisión. ¡Eres tan hermosa cuando quieres y te dejan serlo, tan alegre, tan vital!) Por otro lado, a un nivel mucho más local, abrimos hoy la Plaza de Ciberayllu, que es un espacio interactivo en el que tenemos puestas nuestras expectativas. Los lectores podrán —a partir de ahora y si es que el experimento cuaja— opinar sobre los escritos de nuestra publicación. Los invitamos a darse una vuelta por la plaza, y participar en los diversos foros cada vez que puedan. En marzo hemos añadido a nuestra publicación-archivo un comentario de Jorge Gómez Jiménez sobre los obstáculos que enfrenta el oficio de la literatura en las provincias de Venezuela, que son muy similares a lo que sucede en muchos otros países de Nuestra América. Le damos a Jorge nuestra cordialísima bienvenida, y saludamos su esfuerzo y sus logros enormes en la red, pues él es nada menos que editor y promotor de nuestra hermana Letralia, tierra de letras, una de las más prestigiosas publicaciones de habla española en la Internet. Esperemos que Letralia, que está por ahora fuera de circulación, regrese pronto, que se le extraña. En cuanto a creación literaria, incluimos en las semanas pasadas una nueva entrega de José B. Adolph, narrador peruano, muy para el medio: «Armageddón en la Internet» es un cuento que relata el encuentro del protagonista con una mujer para quien no tienen misterios ni el destino ni la historia del mundo. Por su lado, Antonio Bou, nuestro fidelísimo colaborador puertorriqueño, nos envió una historia en la que detalla las inesperadas consecuencias de cierto escalofriante procedimiento médico. (Incluye un hermoso dibujo original de Antonio.) María Isabel Guerra, ya habitual colaboradora de este espacio, comparte una entrevista con el dramaturgo César de María, en la que se conversa mucho sobre el estado de la cultura en general en estos tiempos neoliberales, a partir de la situación del teatro peruano en particular. Y Alfredo Quintanilla nos acaba de enviar un ensayo en el que se analiza las raíces y la persistencia del paternalismo en la política peruana. También hemos añadido una reseña del historiador José Luis Rénique sobre Peru. Society and Nationhood in the Andes, importante libro de Peter F. Klarén, que es la primera historia del Perú publicada en inglés en el último cuarto de siglo. Antes de cerrar esta página, hacemos notar a nuestros lectores que desde marzo es posible llegar a la portada de Ciberayllu utilizando cualquiera de las siguientes direcciones: www.ciberayllu.org y www.ciberayllu.com. Nos vemos en mayo. Domingo Martínez Castilla © 2000, Ciberayllu, Domingo Martínez. Todos los derechos reservados. |
os pensamientos del editor de Ciberayllu, en este primer día de abril del año dos mil, están puestos en el proceso electoral en el Perú, cuya trascendencia va mucho más allá de los cinco años siguientes. A nadie se le escapa que el gobierno, que ya tiene diez años en el poder, está haciendo uso de toda clase de recursos —ilegales los más, y francamente sucios hasta la náusea— para constituirse en el de mayor duración en la historia republicana. Si bien se podría repetir en este modesto espacio la cada vez más frecuente multitud de denuncias de todo tipo —violación de derechos humanos, corrupción, enriquecimiento ilícito—, no es nuestro oficio el del periodismo de investigación. Los laureles que, hace una década, obtuvo el gobierno a los ojos de la mayoría del pueblo peruano, aún pesan en la conciencia de una parte del electorado, pero no cabe duda que la clarísima desesperación de la cúpula gobernante por atornillarse al poder tiene motivaciones que no son, para nada, las de servir al país, sino preservar la consecuencia lógica —quizá ineludible dada la fragilidad moral del ser humano— de diez años sin oposición: corrupción, impunidad y abuso. El proceso electoral, para tirios y troyanos, peca de nulidad, y la lista de los vicios que lo afectan es interminable y crece aún, a escasos días de la votación. El vicio mayor, que no se demuestra confrontando hechos con ninguna ley ni reglamento, es la nula catadura moral mostrada por el aparato gubernamental, que, además de los sucios mecanismos que la imperfecta democracia suele permitir, no ahorra mentiras ni calumnias de una bajeza inédita.