[Ciberayllu]

Japón en transición en el cambio de sigloo

Una visión latinoamericana de los cambios y retos a los que se enfrenta el imperio del sol naciente.

 

Marco Kamiya

 
El autor, economista que reside en Tokio, colaborador de Ciberayllu, recomienda hacer una evaluación pragmática y desapasionada de la experiencia japonesa y de sus problemas actuales. Muestra que Japón está sumido en una crisis en la que coinciden dos niveles: el agotamiento del modelo en el largo plazo y la recesión económica en el corto plazo. Frente a ello, el país está atravesando por una transición tratando de crear un nuevo modelo que le permita establecerse con liderazgo y capacidad de innovación en la nueva era de la información y las industrias del conocimiento.

A cinco minutos de la estación central de Tokio, se encuentra el comercial distrito de Nihonbashi donde se ubican los grandes almacenes y sedes de las empresas mas antigüas y tradicionales de Japón. «Maruzen» es la principal librería de la zona, y su lista de libros mas vendidos es una especie de barómetro del ánimo nacional.

Entre los más buscados libros de economía y negocios están la edición en japonés de La Crisis del Capitalismo Global, del filántropo y especulador George Soros, Terminó la Recesión del comentarista económico Keitaro Hasegawa, Una Visión de la Nación, del controvertido senador de tendencia conservadora Shintaro Ishihara, y Sarariman Sabaibaru —que puede traducirse como Manual de Sobrevivencia para Empleados[1]— de Kenichi Ohmae, que fue lanzado a comienzos de enero y ha vendido en dos meses mas de 120 mil ejemplares.

El sentimiento de crisis se observa con claridad. Un libro sobre el desorden monetario mundial, otro sobre la recesión, el tercero discutiendo la posibilidad de Japón como nación, y el cuarto es un vademécum para empleados en peligro. Contrasta esta lista con los bestsellers de la equivalente a la «Maruzen» tokiota en Estados Unidos, «Barnes & Noble», la principal librería de Nueva York y la segunda en ventas por Internet después de «Amazon.com». Queda a prudente distancia de Wall Street, al norte de Manhattan. Allí las preferencias son por libros que enseñan cómo ganar dinero y disfrutar de la vida y, casualmente, ningún libro sobre recesión. Incluso el catastrofista libro de Soros no es bestseller.

A diferencia de Japón, Estados Unidos está a punto de alcanzar la expansión más prolongada desde la segunda guerra mundial, y la bolsa de valores está en auge. Pero hay datos preocupantes: el consumo está subiendo por encima de los ingresos, creando una pequeña burbuja especulativa que si se acaba podría provocar crisis por insolvencia y drástica baja del consumo, parecida a la burbuja económica que ocurrió en Japón pero en menor escala.

Japón tiene las mayores reservas en divisas extranjeras del mundo, es la segunda economía más fuerte después de Estados Unidos, cuenta con una eficiente y capacitada reserva de altos funcionarios, está respaldada por poderosas empresas que forman una red multinacional y, además, a pesar de algunas objeciones, es un país con una democracia establecida e instituciones sólidas.

La pregunta es entonces ¿Qué le pasa a Japón?. Hay cientos de informes, comentarios en la prensa, declaraciones de sabios y análisis de organismos internacionales. Pero Japón sigue siendo un sujeto enigmático, raro, porque parece que se mueve por leyes diferentes a las de la economía convencional. Eisuke Sakakibara, actual viceministro de economía para asuntos internacionales, definió a Japón como «economía de mercado no-capitalista»[2] y no faltan quienes han dicho que Japón es un capitalismo socialista.

Soros, el millonario inversionista, también dijo una vez que todas sus predicciones especulando con el yen siempre habían fallado porque parece que ese mercado se mueve con variables propias que merecen una interpretación diferente[3].

Del mismo modo, durante la crisis del petróleo en la primera mitad de los 70, muchos pronosticaron el final del milagro japonés. Pero Japón logró superar con éxito esa crisis y, para comienzos de los 80, cuando Estados Unidos estaba en recesión, Japón estaba gozando de gran expansión, sus empresas estaban comprando propiedades en todo el mundo e invirtiendo en todos los países. Nadie podía explicar con claridad cómo con el mundo en recesión Japón estaba en plena expansión.

Ha llegado hoy el momento de preguntar ¿Es éste el fin de un modelo que ha permitido colocar a Japón en el club de países avanzados? La economía está estancada desde comienzos de los 90, y en recesión en los últimos dos años. Ahora con tres trimestres consecutivos de caída en la producción y pronóstico de crecimiento de menos dos por ciento para 1999, y una cifra similar para el 2000, está al borde de la depresión o —en terminos menos drásticos utilizados por los informes del gobierno— «en recesión deflacionaria».

Japón 100 Años antes del 2000

Para entender lo que ocurre en Japón hay que ubicar la recesión japonesa y su relación con la crisis de largo plazo. Con mayor información sobre la economía japonesa está ahora muy claro que la principal razón que explicó el desarrollo de Japón desde la segunda guerra mundial, es la mayor productividad de la economía. Gregory Mankiw, un economista de Harvard, señala en uno de los mejores libros de texto escritos a la fecha —Principios de Macroeconomía[4]— que «entender la variación en estándares de vida en el mundo es muy fácil, la explicación puede ser resumida en una simple palabra: productividad".

Esta precisión es necesaria para la ciencia económica, porque en economía se deben considerar muchas variables, incluyendo los factores culturales y la geopolítica, pero nunca debe ser al revés. El análisis económico no debe partir de que una situación está determinada por la cultura, la etnia o la herencia histórica. Todas ellas son explicaciones complementarias al análisis de las variables económicas.

Las estadísticas muestran que en 1890 Japón tenía un PBI per cápita de US$842, y para 1990 de US$16,144, habiendo crecido en promedio 3 por ciento anual en el periodo de 100 años, tasa que está por encima de Gran Bretaña, Estados Unidos o Alemania. Japón es conocido también por las tasas de crecimiento acelerado alcanzadas desde fines de la segunda guerra mundial. Los índices de producción manufacturera e industrial se doblan cada cinco años entre 1950 y 1970, y desde 1946 hasta 1976 la economía se expande 55 veces[5].

Aunque el crecimiento de posguerra fue impresionante, la historia económica de Japón no es sólo producto de la alianza con Estados Unidos, país que le ofreció incentivos para crear una barrera contra gobiernos adversos en Asia, a través de ayuda económica y mercados de exportación. El surgimiento de Japón se inicia con la reforma Meiji a fines del siglo pasado, proceso que es necesario analizar porque es el que más utilidad reviste para los paóses en desarrollo.

El nuevo estado de la reforma Meiji sentó las bases del actual Japón. Después de tres siglos de aislamiento, el nuevo gobierno Meiji abolió el feudalismo y fundó una república. Los nuevos líderes iniciaron el trabajo de modernizar el país. Para ello se comenzó a enviar al exterior a diversas misiones compuestas de especialistas encargados de hacer apuntes de lo que estaba ocurriendo en el resto del mundo. Al regreso, esos especialistas ocuparon los puestos en la administración. En esa mentalidad colonial, la consigna era «país rico ejército fuerte». En términos económicos, la receta elaborada en coordinación con los Zaibatsu, los grupos de poder económico del país, tuvo resultado.

El modelo aplicado por Japón es de desarrollo mediante captación y transferencia de tecnología a otros países. Está basado en la formación de un núcleo de países que van avanzando detrás de un líder, formando un gran mercado integrado[6].

Kaname Akamatsu, economista japonés que trabajó con el gobierno entre 1930 y 1950, sistematizó el esquema y lo bautizó como Ganko-Keitai, o Modelo de Gansos Voladores[7]. En una serie de libros publicados en Japonés, que tuvieron mucha influencia en el mundo académico y en el gobierno, Akamatsu estudió políticas comparadas en Asia y propuso que la única forma de crecer era desarrollando a la vez a países vecinos para ampliar el mercado.

El gobierno y las empresas japonesas tenían muy claro que la única forma posible de lograr el desarrollo era haciendo crecer al resto de países, para ampliar la demanda mediante la industrialización y el aumento de ingresos.

El eje estado-empresas para el desarrollo

La segunda guerra mundial interrumpe ese esquema, pero vuelve a reaparecer luego, con la internacionalización de procesos de producción que las empresas llevaron a cabo en el resto de Asia. El crecimiento de los llamados tigres asiáticos sería inexplicable sin considerar el papel de la inversión japonesa.

El modelo no cambió después de la guerra, siguió siendo coordinación estado-empresarios, y los conglomerados Zaibatsu, disueltos por las fuerzas de ocupación de MacArthur, pronto reaparecieron con el nombre de Keiretsu.

La estrecha coordinación entre el gobierno, la empresa privada y los trabajadores permitió crear un sistema que elevó la productividad y el crecimiento de las empresas. El gobierno, desde la primera mitad de este siglo, trabajó estrechamente con el sector privado para financiar y dirigir las industrias que eran prioritarias para lograr el desarrollo. Desde fines de la segunda guerra mundial, la relación con la empresa privada se moderniza[8], y se coordina con el fin de seleccionar industrias estratégicas para el desarrollo, es así como progresivamente se pasa de textiles a químicos, industria pesada, automotriz, electrónicos, hasta semiconductores y robótica.

El Ministerio de Industria y el Ministerio de Economía dirigieron la política industrial y ofrecieron diversos incentivos a las empresas consideradas estratégicas, asumiendo con gran eficiencia, además, el papel de promotores del comercio exterior, coordinando con las empresas privadas de comercialización global de Japón la forma de ingresar a mercados extranjeros y al mismo tiempo copiar tecnología extranjera para mejorarla[9].

Sería ingenuo, sin embargo, afirmar que el estado fue el único responsable del crecimiento acelerado. El estado dirigió y apoyó, pero eso no hubiera sido posible sin la gran capacidad, eficiencia y aumentos de productividad por parte del sector privado.

Japón logró formar una estructura muy eficiente, compuesta de conglomerados empresariales llamados Keiretsu y empresas de comercialización global, las Sogo-Shosha. Además, dieron nombre propio a técnicas de producción como los Círculos de Control de Calidad, JIT o Sistema Justo a Tiempo, Círculos de ZD o Defecto Cero, que permitieron elevar la productividad, y se convirtieron en técnicas de enseñanza obligatoria en las escuelas de administración de todo el mundo.

Mientras que organismos internacionales como el Banco Mundial y diversos teóricos del desarrollo señalan que el desarrollo de Japón se debió a la planificación y a la intervención estatal, otros desde la ciencia de la administración, opinan que la explicación es la eficiencia y productividad lograda por las empresas japonesas que supieron utilizar sus ventajas competitivas para producir mejores productos. Michael Porter, por ejemplo, hace un profundo análisis de la capacidad de asignación de recursos y habilidad para elevar la productividad de las empresas japonesas[10].

El agotamiento del modelo

La confusión que existe ahora sobre la interpretación de los males de Japón se debe a que se mezclan problemas que están a dos niveles. Un primer nivel es la baja en la productividad y capacidad de innovación de las empresas, y el segundo nivel es la crisis monetaria y deflacionaria de corto plazo.

Cuando la mayoría de los economistas japoneses discuten acerca de la recesión, la preocupación está en las posibilidades del país y en la forma de superar la tendencia decreciente de la economía. Japón está sufriendo una crisis de madurez por el agotamiento de su modelo de desarrollo cuyos principales elementos son los siguientes:

a) El final del estado desarrollista: Ahora no se sabe qué industrias deben ser privilegiadas o qué mercados deben ser impulsados. La razón es que Japón ha completado con éxito el proceso de ser desarrollado, y no es posible conformarse con copiar tecnología y mejorarla, sino que es necesario innovar y crear productos nuevos. Esto es muy difícil en un sistema que obstaculiza el individualismo y la creación.

b) La quiebra de los Keiretsu: éste sigue siendo el corazón industrial de las industrias de Japón. Una estructura piramidal de empresas, bancos y comercializadoras. Pero, con la apertura del sistema financiero llamado «Big Bang», cada vez más instituciones financieras están estableciendo alianzas estratégicas fuera de su Keiretsu, y del mismo modo industrias manufactureras están haciendo negocios con proveedores que ofrecen menores precios fuera de su conglomerado.

c) La baja en el crecimiento acelerado: El cambio tecnológico y la innovación están decayendo por la estructura igualitaria de las empresas en las que se privilegia los años de servicio para ofrecer promociones y ascensos. Se está formando una peligrosa espiral en donde la falta de incentivos desalienta la innovación, y a su vez merma la productividad de las empresas.

d) El límite al empleo vitalicio: Con la desaceleración de la economía, es muy difícil mantener el pleno empleo, o el empleo de por vida que es el orgullo de las grandes corporaciones. Durante 40 años, el desempleo era de sólo 2,5 por ciento, pero en sólo 5 años se ha doblado, estando actualmente en 4,5 por ciento. El igualitarismo característico de Japón y la moral de los trabajadores están decayendo.

e) El envejecimiento de la población: con las mejoras en el campo de la medicina ha aumentado la población de tercera edad, pero al mismo tiempo se ha reducido la tasa de natalidad. Eso significa que en una década el sistema de seguridad social, la atención médica y las pensiones no podrán ser financiados por el estado y la empresa privada.

La Recesion del Fin de la Burbuja Económica

Ubicada en el contexto histórico la recesión de Japón puede entenderse de una forma mucho más clara. Mientras que el resto de países desarrollados pide a Japón rápidas definiciones para que su recesión no arrastre a Asia y produzca una depresión mundial, el gobierno japónes está entrampado debido a que muchas de las medidas necesarias para sacar a Japón de la crisis al mismo tiempo podrían afectar el crecimiento futuro del país. Pero los temas son graves y urgentes:

a) La deuda interna: el final de la burbuja económica de fines de los 80, dejó una enorme cantidad de préstamos irrecuperables en los bancos y otras instituciones financieras provocando la quiebra de importantes bancos, Yamaichi, una de la principales casas de valores y el Banco de Crédito a Largo Plazo, un banco semigubernamental. Se calcula que la montaña de deudas llega hasta el billón de dólares. Aunque el gobierno ha destinado fondos para procesar esas deudas, es casi imposible solucionar el problemas sin provocar quiebras masivas de bancos.

b) La escasez de crédito: Los bancos no quieren prestar por la recesión y están en posición de espera provocando el llamado «Credit Crunch», que está llevando a la quiebra a pequeñas y medianas empresas.

c) La deflación amenaza a las empresas: Los precios están comenzando a bajar en rubros tales como alimentos y electrodomésticos, iniciando una contracción de la producción que de no ser controlada podría provocar una acelerada depresión. El peligro es que la deflación japonesa es producto de baja demanda y exceso de capacidad ociosa, pudiendo acelerar las quiebras y multiplicar los problemas del sector bancario.

Esta coincidencia de crisis a dos niveles es esencial para entender los vaivenes de las políticas dictadas por el gobierno japonés. Desde comienzos de los 90, cuando comenzó a contraerse la economía, el gobierno ha estado lanzando paquetes de recuperación económica centrados en la expansión del gasto en obras públicas para incrementar la demanda. El gasto ha sido inútil. El actual gobierno de Keizo Obuchi acaba de implementar otro paquete de mas de 120 millones de dólares para obras públicas y reducciones tributarias, pero esta medida difícilmente ayudará a revertir la tendencia contractiva de la economía.

Pero los problemas de Japón son mundiales por el tamaño de su economía, y aunque hay que preocuparse por lo que pasará en las próximas décadas, debe hacerse algo ahora para impedir que Japón entre en depresión y arrastre al resto de Asia provocando una depresión mundial.

En el corto plazo es necesario aumentar la demanda para que se reactive el aparato productivo y las importaciones desde el resto del mundo. Esto se está incentivando con reducciones tributarias y mayor gasto en obras públicas, pero como señala Krugman, tal vez debe provocarse una pequeña inflación que acelere el gasto[11]. También deben ser procesados de inmediato los enormes próstamos irrecuperables producto de la euforia especulativa en la bolsa de valores de finales de los 80.

En el primer nivel mencionado anteriormente, que es el de largo plazo, la cuestión es mas preocupante porque tal como indica el conocido economista asesor del gobierno, Iwao Nakatani, profesor de la Universidad Hitotsubashi, el potencial para la innovación tecnólogica e institucional se ha reducido, y es evidente que habrá una baja en la tasa de aumento de ingreso de factores, el envejecimiento de la población afectará a la oferta futura de trabajo, y la baja tasa de ahorro reducirá la formación de capital[12].

La sociedad de la información y la globalización

A la crisis del modelo y a la grave recesión, se suman elementos estructurales adicionales. El retardo en la globalización y la competencia internacional, y el desfase en la tecnología y sociedad de la información.

La globalización significa que más países están entrando al circuito productivo mundial modificando las tendencias del consumidor y la estrategia de las empresas. Este proceso se inició hace una década con el fin de la guerra fría, y la mayoría de los paises desarrollados y de las grandes corporaciones se han adaptado con comodidad. Para que Japón pueda conectarse a la globalización es necesario que se eliminen los conglomerados Keiretsu, para así alentar la competencia y las alianzas con empresas extranjeras en mercados mundiales. Además, se requiere que el sistema de toma de decisiones en las empresas japonesas sea más dinámico dando mayor autonomía a ejecutivos intermedios e independizando ramas comerciales.

Es paradójico que aunque Japón no ha logrado ingresar a la globalización con éxito, sus productos como los videojuegos «Nintendo» son uno de los símbolos de la era de la cultura global. Un retroceso, o un retardo mayor, podría hacer irreversible el cambio, razón por la cual existe ya un sentimiento de urgencia en las empresas y el gobierno japonés.

La tecnología de información es el otro elemento preocupante. Las empresas han sido muy exitósas aplicando tecnología a la producción en masa, convirtiéndose en líderes en fabricación de electrónicos, automóviles y en mejora de productos, como los mencionados videojuegos y los semiconductores. Hoy, sin embargo, Estados Unidos, varios países de Europa, y con grandes perspectivas Singapur en Asia, tienen el liderazgo de industrias de software y de otras ramas intensivas en conocimiento, como consultoría y servicios. En sólo 10 años, la industria mundial ha virado de hardware a software y de manufactura a servicios.

Este rápido cambio ha replanteado el mapa productivo mundial. Por ejemplo, la preparación de programas de software se está transfiriendo a Malasia y la India, Silicon Valley concentra el desarrollo de nuevos lenguajes y sistemas, mientras que gran parte del hardware es fabricado en Taiwán y las provincias del sur de China. Rápidas alianzas han permitido expandir negocios en el mundo en desarrollo y reducir los precios de productos manufacturados. Esto afecta el corazón de la producción japonesa, porque los sueldos son demasiado elevados en Japón haciendo cada vez más difícil añadir valor agregado a los productos.

Aisladas y sobreprotegidas, las empresas japonesas no tienen la fuerza ni el dinamismo que hacen falta en esta era. Uno de los requisitos para ganar impulso es que las empresas pierdan su nacionalidad. Con sucursales e intereses mundiales es difícil señalar hoy de que país es «IBM», «Siemens», «Nike» o «Royal Dutch Shell», sus intereses son globales y sus mismos ejecutivos provienen de muchos países. Mientras tanto, las empresas japonesas siguen manteniendo un extremado localismo, controlando todo desde las sedes en Japón, contratando sólo a empleados japoneses y muchas veces observando con temor a empresas que piden formar alianzas.

Japón en transición

Grandes cambios están ocurriendo que van a modificar profundamente el Japón que conocemos hoy. Esa revolución silenciosa está comenzando desde la empresa. Aunque lentamente, cada vez más corporaciones están estableciendo acuerdos con multinacionales extranjeras, lo que las obligará a ser más independientes del estado[13]. Al mismo tiempo, el mercado laboral se está flexibilizando acabando con el empleo vitalicio y basando las remuneraciones en rendimientos y productividad antes que en antigüedad de los empleados.

La tercera ola, a lo Alvin Tofler, está avanzando también en las empresas que están adoptando una posición más crítica frente a la necesidad de acelerar la globalización y adaptar las tecnologías de información para lograr mayor innovación. Nuevas comisiones del gobierno y el sector privado están preparando los programas educativos otorgando mayor peso a la inventiva flexibilizando los programas y proponiendo mayor uso de la Internet y alentando la discusión en las aulas.

También, en cuanto a la recesión actual, el gobierno ha encargado a diversas comisiones multipartidarias y con participación de reconocidos economistas y empresarios que elaboren un plan que ya esté en ejecución, donde se están decidiendo propuestas para procesar los prestamos fallidos del sistema, equilibrar el deéficit futuro de la seguridad social y prevenir la deflación.

Peter Drucker, el padre de la administración moderna, habló de la «paradoja del éxito» que se produce en las organizaciones cuando un esquema ha sido demasiado exitoso y sus miembros no ven necesario el cambio; eso es lo que pasa hoy en Japón que es como un pesado mamut al que le falta la flexibilidad para cambiar. Pero por otro lado, el economista austriaco Joseph Schumpeter dijo que «las crisis son las madres de la invención», y esta crisis es una oportunidad para que las empresas y el gobierno cambien.

Japón está en transición, y lo que está surgiendo es una organización totalmente nueva con mayor individualismo y empresas mas independientes. ¿Eso es la occidentalización de Japón? Probablemente no, porque así como el país siempre ha sido flexible, sus soluciones han sido muy peculiares, inclasificables y en abierto desafío de escuelas y teorías.

Saliendo de «Maruzen» o de la crisis

Al salir de Maruzen con libros que hablan de crisis bajo el brazo, a tres calles de distancia está clausurado el gran local de «Almacenes Tokyu», que —a pesar de haber sido líder en venta y distribución de productos al por menor— quebró en enero después de mas de 300 años de haber sido fundada. Tal vez un incidente aislado, culpa de la mala administración, pero también puede ser un indicador de grandes cambios y reestructuraciones drásticas que le esperan a Japón al voltear la esquina.

¿Podemos esperar una pronta solución a la crisis japonesa? Japón tiene grandes activos, pragmatismo, flexibilidad y una población dispuesta a hacer sacrificios si de interés nacional se trata. Pero como siempre, la experiencia aconseja no hacer predicciones respecto a Japón, sino sólo aprovechar su experiencia del mejor modo posible para no repetir sus errores y aprovechar sus logros.


Notas

[1] [«] Ver Ohmae, Kenichi. Sarariman Sabaibaru. Shogakukan, 1999, Tokio, Japón. Ohmae fue director de la consultora McKinsey en Japón, se dedica a asesorar gobiernos y empresas de varios países de Asia.

[2] [«] Ver Sakakibara, Eisuke. 1993. Beyond Capitalism: The Japanese Model of Market Economics. Economic Strategy Institute & University Press of America. U.S. Sakakibara es el famoso Mr. Yen, sobrenombre que le dio la prensa internacional por el poder que tiene para influir en el valor del yen con sus declaraciones.

[3] [«] Ver Soros, George. Staying Ahead of the Curve. John Wiley & Sons, Inc. Nueva York. EEUU. 1995.

[4] [«] Ver Capítulo XII: Producción y Crecimiento, en Mankiw, Gregory. Principles of Macroeconomics, The Dryden Press, Estados Unidos. 1998.

[5] [«] Al respecto ver el clásico estudio de Chalmers Johnson, MITI and the Japanese Miracle: The Growth of Industrial Policy 1925-1975. Stanford University Press. Estados Unidos. 1982.

[6] [«] En La Inversión Japonesa en Perú: Estrategia en Latinoamérica y Plataformas de Inversión. Kamiya, Marco. Apuntes No. 42. Universidad del Pacifíico. Lima, Perú, 1999, se expone elementos para diseñar una política de acercamiento comercial y de captación de inversiones para países de Latinoamérica.

[7] [«] Akamatsu resumió sus estudios en un influyente artículo publicado en inglés en 1962 al retirarse de la vida universitaria activa, en «The Developing Economies» (ver Akamatsu 1962), Revista de investigación del Instituto de Temas Económicos de Asia.

[8] [«] Ver Johnson 1982.

[9] [«] Algunos se permiten ciertas bromas. Dicen que Matsushita, la mayor empresa de electrodomésticos y otros artefactos de Japón, es en realidad Mane-Shita, que en japonés significa se copió, haciendo el juego de palabras para decir que Matsushita siempre ha copiado y que no tiene capacidad de innovación.

[10] [«] Para la visión desarrollista además del trabajo citado de Chalmers Johnson ver el Informe del Banco Mundial, The East Asian Miracle. Para la vision administrativa revisar The Competitive Advantage of Nations de Michael Porter y Kaisha: The Japanese Corporation de Abegglen & Stalk.

[11] [«] Ver What is Wrong with Japan?. En Kruman, Paul. The Accidental Theorist and other Dispatches from the Dismal Science. W.W. Norton & Company. Nueva York. Estados Unidos. 1998.

[12] [«] Ver Nakatani, Iwao. Nihon Keizai no Rekishiteki Tenkan. Nakatani además, de ser un conocido comentarista es miembro del grupo de trabajo para la reactivación de la economía japonesa.

[13] [«] Para recientes cambios en las alianzas de las empresas ver Nikkei Weekly, Corporate Willingness to Deal is a Good Sign Amid Tough Times. 15 de Febrero de 1999.

Obras Citadas

Abegglen, James & Stalk, George. Kaisha: The Japanese Corporation. Basic Books, Estados Unidos. 1985.

Akamatsu, Kaname. A Historical Pattern of Economic Growth in Developing Countries. The Developing Economies, Preliminary Issue No. 1. Marzo-agosto de 1962. Instituto de Temas Economicos de Asia. Tokio, Japón.

Johnson, Chalmers. MITI and the Japanese Miracle: The Growth of Industrial Policy 1925-1975. Stanford University Press. Estados Unidos. 1982.

Kamiya, Marco. La Inversión Japónesa en Perú: Estrategia en Latinoamérica y Plataformas de Inversión. Apuntes No. 42 correspondiente al Primer Semestre de 1998. Universidad del Pacífico. Lima, Perú. 1999.

Krugman, Paul. The Accidental Theorist and other Dispatches from the Dismal Science. W.W. Norton & Company. Nueva York. Estados Unidos. 1998.

Mankiw, Gregory. Principles of Macroeconomics. The Dryden Press, Estados Unidos. 1998.

Nakatani, Iwao. Nihon Keizai no Rekishiteki Tenkan [Hacia el Gran Cambio en la Historia de la Economía Japónesa]. Toyo Keizai Shinposha, Tokio, Japón. 1996.

Nikkei Weekly. Corporate Willingness to Deal is a Good Sign Amid Tough Times. 15 de Febrero de 1999. Japón.

Ohmae, Kenichi. Sarariman Sabaibaru. Shogakukan, Tokio, Japón, enero de 1999.

Porter, Michael. The Competitive Advantage of Nations. The Free Press. Nueva York, Estados Unidos. 1990.

Sakakibara, Eisuke. 1993. Beyond Capitalism: The Japanese Model of Market Economics. Economic Strategy Institute & University Press of America. U.S.

Soros, George. Staying Ahead of the Curve. John Wiley & Sons, Inc. Nueva York. EEUU. 1995.

World Bank. The East Asian Miracle: Economic Growth and Public Policy. Washington DC, Estados Unidos. 1993.


© Marco Kamiya, 1999, mkamiya@gol.com
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