Car�tula Ciberayllu

EL AYLLU VIRTUAL

A propósito del primer aniversario de Ciberayllu

Nelson Manrique

 
   
 
      Muchas personas miran a Internet con desconfianza, pues juzgan que quienes la frecuentan son seguros candidatos al autismo. Como respuesta, quisiera narrar a los lectores una historia edificante. 
     

El mito de fundación

Todo comenzó hace un par de años en Lima, con la visita de un amigo llegado de los Estados Unidos. Domingo estaba de vacaciones, es un entusiasta de las redes y la charla derivó de manera más o menos inevitable hacia Internet y sus potencialidades. A la amistad anudada en la época universitaria se sumaba el hecho de que mi casilla electrónica había servido como escala intermedia para algunas de sus cartas a su familia. Por otra parte, yo acostumbraba enviar boletines informales, con noticias y análisis sobre los eventos del Perú, por correo electrónico, a algunos amigos; por entonces aún no se habían incorporado a la World Wide Web los periódicos y revistas peruanas que hoy exhiben sus ediciones electrónicas en Internet. Una limitación importante que tenía, para ampliar el número de destinatarios de los boletines, era el costo de las llamadas telefónicas locales limeñas, que están entre las más caras del mundo, de tal manera que cada nuevo mensaje amenazaba con desestabilizar el presupuesto familiar. Domingo planteó entonces la idea que puso en marcha el proyecto: en la universidad norteamericana donde trabaja disponía de un nodo que podría utilizarse para armar un grupo de gente interesada en intercambiar ideas sobre el Perú. 

En el camino se fue definiendo el resto: comenzamos invitando a algunos amigos comunes. Desistimos de hacer una lista abierta porque existen varias, y la experiencia muestra que, dada la diversidad de los miembros de las listas abiertas y la dispersión de intereses de sus integrantes, llega un momento en que se hace difícil encontrar mensajes interesantes entre tantas intervenciones que disparan en cualquier dirección. Así que el proyecto se puso en marcha, los fundadores de la nueva lista decidimos, como una regla de democracia interna, que cualquiera de los miembros podía invitar a otras personas con un solo requisito: el nombre del candidato propuesto permanecería una semana en espera antes de incorporarse a la lista (un plazo que juzgamos prudente), para dar la oportunidad de discutir la propuesta, si alguien tenía una objeción. No ha habido ninguna hasta la fecha. El nombre de la lista cayó por su propio peso: Domingo, en su nuevo papel de coordinador, adoptó el sobrenombre de Kuraka y todos empezaron a referirse naturalmente al Ayllu
 

El who is who del Ayllu

Actualmente forman el Ayllu alrededor de cuarenta personas. La mayoría de sus miembros son peruanos residentes en el exterior, y el grupo mayoritario está disperso en varias universidades de los Estados Unidos, desde New York hasta California. Hay también miembros de otros países: Inglaterra, Francia, Holanda, México, Costa Rica. Participan también estudiantes de postgrado que esperan culminar sus estudios para retornar al país. Los migrantes más antiguos han anudado lazos laborales y familiares en sus actuales lugares de residencia y la mayoría renueva sus lazos con el Perú a través de viajes anuales; varios desarrollan proyectos de investigación sobre los problemas peruanos. También forman parte de la lista peruanistas con una fuerte vinculación emocional con el país. La mayoría de los miembros son académicos vinculados a la vida universitaria, aunque también hay periodistas, funcionarios de organismos multilaterales e inclusive un especialista en inversiones que labora en Wall Street. La mayoría pertenecen a la generación que vivió los intensos años setenta en el país, gente que se define de izquierda, más como una actitud ante la vida que según un ideario depurado en confrontaciones ideológicas. Los integrantes radicados en el Perú forman la minoría, en unos casos debido a las limitaciones de la infraestructura de comunicaciones del país, y, en otros, a que no se valora la importancia de cultivar foros de esta naturaleza. 

Como también sucede en la sociedad real, existe un reducido número de mujeres en relación a los hombres, pero esperamos revertir esta situación. Recientemente se incorporaron miembros de la siguiente generación: hijos de algunos de los miembros fundadores que están realizando sus estudios doctorales fuera del Perú. También en el Ayllu es complicado el diálogo intergeneracional, pero todos están de acuerdo en que se trata de una experiencia muy enriquecedora. 

 Como en todo grupo social, existen personas que intervienen mucho, otras poco y otras que no intervienen nunca. Aunque esta situación ha generado periódicamente protestas de quienes quisieran que todos opinen, diría que los mudos se han ganado su lugar a pulso. Hay períodos en que los debates son muy animados y otros en los cuales la tertulia languidece, en buena medida según las vicisitudes del país, aunque la plaza virtual puede llenarse súbitamente de vecinos deseosos de intercambiar chismes por las razones más impensadas. Creo que es inútil intentar sistematizar las razones que suelen desencadenar esos períodos de locuacidad extrema, seguidos en algunas ocasiones de una parquedad igualmente radical. A los debates políticos les siguen las reseñas de lecturas que los miembros quieren compartir y a éstas las evocaciones familiares. Con medios tecnológicos de última generación, creo que el juego es muy viejo: es ese deseo humano, demasiado humano, de compartir con los amigos —antiguos y recién adquiridos— momentos de tertulia, unas veces motivados por razones prácticas (como por ejemplo consultas de carácter académico, cuando se necesita ayuda para redactar el ensayo que se tiene entre manos) y las más por el simple deseo de saber que estamos (virtualmente) juntos. La confluencia de varios miembros del Ayllu en el Perú durante las pasadas fiestas navideñas permitió realizar una animada reunión en Lima donde varios integrantes del Ayllu que habían departido animadamente a través de la red pudieron por fin conocerse personalmente. 
 

La edad de la razón

Hace un año, juzgamos que el grupo estaba maduro para editar una revista electrónica propia. Nació así Ciberayllu, un web que publica colaboraciones de los integrantes del Ayllu y de algunos amigos entusiastas y que ya ha ganado algunos galardones.

Espero que esta breve nota aporte algunos elementos de reflexión a los que debaten sobre si Internet es un medio de enajenación, que aísla a la gente de su entorno social, o si es más bien un instrumento que ofrece algunas dimensiones de socialización inéditas.

   

 © Nelson Manrique, 1997

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