[Breviario de Ciberayllu]
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Peter Klarén: Peru. Society and Nationhood in the Andes

Perú: nación de sobrevivientes

Peru. Society and Nationhood in the Andes, de Peter F. Klarén

Oxford University Press, New York, noviembre de 1999.

En 25 años no se había publicado una Historia del Perú de envergadura similar en los Estados Unidos: de Chavín a Fujimori, un milenio de trayectoria colectiva en un solo volumen. El prestigio de su autor —Peter F. Klarén de la Universidad George Washington— y del sello editorial que la auspicia —Oxford University Press— son razones suficientes para prever la influencia que Peru: Society and Nationhood in the Andes habrá de tener en los medios «peruanistas» norteamericanos.

Establecer un eje interpretativo con validez en el largo plazo es el mayor reto en un proyecto de esta naturaleza. Ni las épicas incaica o pizarrista ni menos aún la lucha por la independencia funcionan más, advierte el autor, como los eventos fundacionales de una historia nacional. En la supervivencia misma de sus pobladores, en su voluntad e ingenio para levantarse de sucesivas devastaciones —de origen tanto humano como natural—, encuentra el profesor Klarén la clave de la larga duración peruana; una historia, según él, tan rica como dolorosa.

Varios siglos de supervivencia comunitaria hicieron del Tawantinsuyo el más efectivo proyecto estatal en la historia de los Andes. Verdadero triunfo sobre la fragmentación que de la geografía misma pareciera emanar. Su derrumbe, y la catástrofe demográfica que prosiguió supondría para las sociedades andinas una perecedera «desestructuración».

Con todo su poderío, no obstante, el orden colonial no logra imponer por completo los criterios de casta y segregación originalmente previstos. A ello, los futuros peruanos ofrecieron una terca resistencia, demostrando asimismo una distintiva capacidad para maximizar las oportunidades que las fisuras del poder colonial ofrecían. A lo largo del XVIII, la supervivencia deviene rebeldía.

Frente a la conciencia criolla forjada en la capital virreinal surge, en la sierra sur, una visión alternativa: recuperar la memoria incaica en la perspectiva de un programa nacional. Como nación, el Perú terminará construyéndose a contramano de la historia representada por los rebeldes de 1780: «lo criollo» como negación de «lo andino».

Tomando la iniciativa nuevamente, entre fines del XIX e inicios del XX, emprende la población andina un nuevo ciclo de confrontación: comunidades contra haciendas una vez más. En lo que queda del siglo la cuestión de la marginalidad indígena aparece como el gran telón de fondo de una historia cuyos cronistas oficiales insistieron en reducir a los avatares estatales y capitalinos: la «historia de Lima» como sustituto de la «historia del Perú».

Una verdadera revolución historiográfica, en curso desde los años 70, es lo que permite, subraya Klarén, esta drástica ampliación del marco histórico peruano. Una revolución basada en los aportes convergentes de investigadores peruanos (Pease, Burga, Flores Galindo, Manrique, Bonilla, entre otros) y extranjeros (Stern, Spalding, Jacobsen, Gootemberg), cuya obra individual hace posible la síntesis interpretativa ahora intentada por Klarén.

Pero es la historia misma de las últimas décadas la que convalida el esquema interpretativo elegido por Klaren: la emergencia de una sociedad de masas que, del «desborde popular» (Matos Mar) al «otro sendero» (De Soto), y de la insurrección senderista a la contra-isurrección rondera, decretaría la crisis final del país imaginado por los criollos de inicios del XIX.

La evolución política contemporánea, desde esta perspectiva, aparece como una sucesión de intentos por revertir la desestructuración y erigir andamiajes institucionales duraderos sobre las arenas movedizas de una historia irresuelta.

Si hay una lección importante a extraer de una historia construida así es aquella relativa a las hondas raíces de nuestra fragmentación, sustrato último de nuestra inveterada inestabilidad. Dictamen de la geografía y de la historia, que explica, en buena medida, nuestra tradición de caudillos, refundaciones sucesivas y precarios experimentos democráticos. Ni el país «enfermo» o «embrujado» que se ha querido ver, tampoco el país con futuro brillante per se. Una lección de humildad más bien es la que esta lectura sugiere, la apreciación de un derrotero que lejos de culminar en el panteón de los héroes encuentra en una milenaria vocación de supervivencia su clave última y su promesa. Un país de sobrevivientes, en suma, aún a la espera de una genuina reconciliación.


¿Comentarios?: © José Luis Rénique, 2000

   

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